Ceguera crónica
Días atrás me llegó la noticia de que te estás quedando ciego, y yo lejos de sentirlo, lo primero que pensé es que ciego lo has estado siempre, que ciego lo estás, y que, a estas alturas de la vida, lo estarás por los restos. Estuviste ciego al casarte con la mujer que tienes. La que te domina, ingenuo, lacayo. Y pensabas que eras tú el que la dominaba, con tu misoginia encubierta y soterrada. Hártate de Cardu’s para soportar la cornamenta, el desprecio, y la mala leche que se gasta contigo. Por eso creo que te va bien estar ciego, y lo estás, cuando decides separarte de tu familia de sangre en aras de la familia de ella y evidentemente de la tuya propia. Despreciable “mandao”. Ignoraste a tu padre tanto como ignoras a tu madre, me maltrataste desde la infancia hasta que dije basta y preferí no volver a verte. Qué alivio para mí y qué alivio para vosotros ¿verdad? Te va a venir muy bien que sigas ciego para no ver lo poco que vales entre nosotras. Eres un simple olvidado. La macula