Tendencias rompedoras Mi punto de vista

Últimamente tengo interés en presentar textos a concursos literarios. Es bien sabido que no gano nada, pero yo insisto y lo intento una y otra vez. En esto ocupo gran parte del mucho tiempo libre del que dispongo. Me distraigo y en el camino, aprendo.
Cada vez que releo mis escritos, muchos de ellos enviados a su mala suerte y retornados a mi blog, me gustan menos. Los rectifico desde principio a fin. Elimino palabras, cambio expresiones, borro frases enteras y al final queda algo parecido pero diferente. Mejor o peor, no lo se. Tampoco me importa demasiado.
¿Es subjetiva u objetiva la valoración de un texto para darle un premio?
Me consta que depende de muchos elementos. A veces creo que el gusto de quien hay detrás, el del jurado, es el que manda en el descarte; a veces los relatos ganadores a mi no me lo parecen y los observo una y otra vez para ver dónde tienen la clave de su éxito y no la encuentro. En alguna ocasión no he quedado bien, manifestando mi franca opinión, porque en este medio virtual, me sigue pareciendo difícil que alguien no te crucifique cuando opinas lo contrario. Es decir, no sienta bien la verdad escrita cuando va en contra de la corriente de la mayoría. Esa mayoría que, a mi me parece, linda con la adulación.

No soy critica literaria ni nada por el estilo. Me guío por la intuición, por la impresión y en definitiva por mi propio gusto. Supongo que no ha de ser así, por eso hay estudiosos del tema. Pero hay premios que no los entiendo, de la misma manera que otros me parecen justificados y en los que coincido con el mérito de su distinción.
Voy a atreverme a poner dos ejemplos:

.- En el concurso de la Cadena Ser, "relatos en cadena",  cuyo premio es atractivo, me sorprendió el microrrelato ganador:
 Nostalgias   
Ordenaron colocarle una venda en los ojos para que dejase de llorar anémonas y cangrejos. Desde entonces, cuando nadie puede verla, la sirena cautiva vomita pulpos de siete patas en la taza del váter.

.- En el concurso “Purorelato” que convocó Casa de África, me ha sorprendido el relato ganador del 3º premio:
Revelación
A los treinta y cinco años, en la pista de baile, se vino a dar cuenta de que era negra.

No voy a añadir más que lo que ya he manifestado: no lo entiendo.
Si se trata de ser “rompedor”, como lo han sido a lo largo de la historia muchos autores, no solo en literatura, sino en pintura, en arquitectura, en arte en general, en moda, etc., tendré que profundizar más en las tendencias que gustan y definen este tiempo actual. A ver si así me acomodo a los tiempos modernos y  tengo alguna compensación, que no sea la mía propia, que de esa no me falta.


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