El vulgo y su vulgaridad. Plagio de un chiste


La SERIE PLAGIO DE UN CHISTE en este blog es una sección dedicada a microrrelatos creados en protesta por el Concurso Internacional de Microrrelatos del Museo de la Palabra, de la Fundación César Ejido Serrano, que concedió el Iº premio a un relato que no era inédito y además era el plagio de un chiste



EL VULGO Y LA VULGARIDAD

Tengo un marido zafio, al que aguanto por principios, desde hace años. Siempre ha sido un vulgar, pero sobretodo cuando bebe, que pierde el control.
Es tan grosero que si le hablas de política, lo que otros piensan se lo pasa por el culo. Así de claro. Si le hablas de relaciones, esta es una puta, aquella una lesbiana, el otro un maricón, aquel un cornudo y este un sumiso de mierda. A todos se los pasa por el culo. Si una mujer tiene un hijo siendo soltera, este pobre niño, es para él un hijo de puta, y a los dos se los pasa por el culo.
Que no se te ocurra estar deprimida que es un signo de debilidad intolerable, y se te pasará por dónde ya sabes. Es larga la retahíla de ordinarieces que salen por su boca. Es un cerdo.
Pronto va a ser nuestro aniversario. Estoy pensando en hacerle un regalo que no olvide con la misma facilidad que olvida lo que dice cuando está borracho. Beatriz, su hermana, me ha explicado que el cactus es una planta que atrae radiaciones negativas si se la coloca cerca de los ordenadores. Le voy a regalar el más grande que encuentre. A ver si surge efecto, además, me gustará ver la cara que pone cuando se lo pase por el culo.





Allá por los años veinte, el filosofo Ortega y Gasset, en su “Rebelión de las masas”, lamentó, como un signo de falta de cultura, la perdida de autoridad de los mediadores del gusto. Quedó reflejado en la siguiente frase: “Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar su derecho a la vulgaridad y lo impone dondequiera.
La vulgaridad es la cara fea que olvida el buen gusto, el sentido, el acierto, la igualdad. Es una grosera espontaneidad de instintos elementales. Es absurda como querer iluminar el sol con una linterna.




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