Aquel día me di cuenta que todos tenían los mismos intereses. Iba a una dirección y allí estaban, iba a otra y helos también. Todos, tras sus silencios, tenían en común un mismo objetivo. Parecían un clan. Eran un clan. Si tuviera que definir la situación lo haría con la fabula que me acaba de venir a la memoria, de Félix María de Samaniego: Las moscas A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por golosas murieron presas de patas en él. Otra dentro de un pastel enterró su golosina. Así, si bien se examina, los humanos corazones perecen en las prisiones del vicio que los domina. Entre ellos pues, confabulados. Un día se me ocurrió introducirme de nuevo en aquellos círculos. Por lo visto no tuve suficiente con una experiencia anterior de la que escapé, después de saber el trapicheo que se cocía en los entresijos de la organización. Allí solo lo manejaba una única financiera, (peligro que debía de haber previsto), aquello fue como Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como. En...
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y de la ficción. Tu espacio para descubrir autenticidad.