Tragarse sapos
Tengo un remedio para rehuir la conversación de la gente que me aburre: finjo estar siempre de acuerdo. A. Camus Soltó sin pensar, a bocajarro, aquella frase para manifestar su indignación en aquel momento, pero nunca se imaginó que el eco en la respuesta fuera tan perjudicial, ni mucho menos que la intransigencia de Pastora se pusiera tan de manifiesto. Ella con sus regurgitadas carótidas lanzó un grito histérico, un improperio directo ¡mierda, mierda! se dio media vuelta y desapareció por el foro. Días después amigablemente le avisaron, pensó que tarde y a destiempo, poniéndole al corriente de las habituales reacciones que la mujer acostumbraba a tener, lo que alivió su sentimiento de culpa pero aumentó su decepción. Meses más tarde, observaba los canales de la correcta diplomacia por dónde aparentemente transcurrían sus conversaciones y seguía preguntándose: ¿Habrán sabido resolver sus diferencias? ¿Tanta necesidad tenían de comunicación? ¿Cual era la razón y el interés que había po