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De odios y rencores 1 Amenaza letal Circulo vicioso Parentela El abismo del olvido Apariencias

DE ODIOS Y RENCORES


La ira que has vertido la llevas dentro. Es a ti a quien lastima.
El resto vivimos en paz. Esa paz que no encontrarás porque has sembrado odio, envidia y rencor a raudales. Has escrito tan mal tu vida conmigo:nunca rectificaste, nunca pediste disculpas,nunca reconociste tus errores.
Merodeas porque temes que se vierta sobre ti la malicia que tú gastas. Por eso mal piensas.
Pero se te ha hecho tarde. Ya no tienes otra oportunidad. Tendrías que sufrir en la medida que mereces, en la medida en que hiciste sufrir. Aunque, como no tienes conciencia, nunca te darás cuenta del daño que causó tu maldad. 

  
Cuerda en nudo de corbata


A vosotros gente tóxica:
os habéis quedado en mi vida en el cuarto trastero

AMENAZA LETAL

La emboscada era reunirnos de año en año. Nos convertíamos en un polvorín a expensas de una chispa que, a la más mínima discrepancia, nos hacía explotar. Desde tu frente descargabas reproches, insultos, descalificaciones, y desde el mío, intentaba con prudencia contener los ataques, hasta que las lágrimas me inundaban por dentro. Un desmantelamiento en el reducido espacio de mi casa, proporcional al tono cada vez más crispado de tu voz. Durante años fui prisionera en mi encorsetada familia. Necesitaba librarme del lastre de tus odios y rencores mal resueltos, pero no tenía la valentía suficiente para cambiar el plan de operaciones. Por sorpresa, sufrí una aniquilante ofensiva desde tu unidad de mando. Me disparaste un proyectil verbal tan cargado de ira al decir: "La mierda de tu casa me la limpiaré en el felpudo al salir", que fue el tiro de gracia que puso fin a la contienda. Para mí, el salvoconducto que me liberó de tu intolerancia, de tu tiranía, de tus desprecios, de tu misoginia y de tu homofobia.

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CÍRCULO VICIOSO 

Tu hija ha presenciado insultos, peleas cotidianas y desavenencias… Es rebelde, con genio, y no le habéis enseñado a reconducir esta rebeldía. Es una mujer inverecunda, con demasiadas inseguridades, inestable, voluble y exigente. Tan llena de vanidad como de complejos. No le enseñasteis a dar valor a las cosas. Le gusta aparentar tanto como a tu mujer y levantar la voz tanto como tú. ¡Qué pena! tener una hija atrapada en un bucle, que repite la historia. ¡ahhh! y su hija, que ya apunta maneras.



"Se necesita poco para hacer las cosas bien, pero menos aún para hacerlas mal"(Bocuse)

Dos HP en mi existencia: 
mi Hewlett-Packard
 y tú. (qué pena, llevas mi sangre).
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PARENTELA

Transportes "El Veloz" Destino: a la mierda 
Falsos, hipócritas, chapuceros, derechones y filibusteros. ¿A qué viene aguantar tanta indiferencia? ¿A qué viene aguantar desaires? ¿A qué viene aguantar el vocerío ofensivo? ¿A qué viene aguantar tus deudas?

No tenemos nada en común. 
La sangre une ¿qué?
"…  como los trastos viejos, mejor cuanto más lejos". 
Mi camino sigue sin vosotros.
Sí, quiero ser feliz.
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EL ABISMO DEL OLVIDO

Te olvidaste de ella mientras vivía. 
Merecerías el mismo olvido.
Mal hijo
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APARIENCIAS

Aquella mañana, para celebrar un aniversario, se reunió la familia en un restaurante. Era primavera y la temperatura ideal para instalar la mesa de los comensales a la intemperie, bajo la sombra de unos árboles. Habían llegado, en aquella ocasión, parientes de fuera. Se vaticinaba un día festivo. Padres, hermanos, tíos, suegras, nueras e hijos disfrutaban de una comida a la carta. No daba sensación de que se escatimaran gastos, sobre todo en los niños, que, caprichosos, pedían ahora una cosa, ahora otra, sin control, hasta dar con el plato de su gusto. En estas comidas, los excesos, sobre todo en la bebida, invitaban a desinhibirse, y en cualquier momento podrían empezar a decirse cosas sin pensar, porque era lo habitual, la tónica de las reuniones de esta familia. 

El marido, un eterno enamorado, subyugado y arruinado, a la hora de los postres entregó el regalo a su mujer: una sencilla pulsera plateada. La cara de ella se fue transformando, de la extrañeza a la decepción, y de esta al fastidio, al rechazo, al rebote y al ataque.

—¿Qué es esto? ¿No has encontrado otra cosa mejor para regalarme?

El marido miró cabizbajo a su mujer.
Todos nos dimos cuenta de que el regalo era simple para lo que estaba acostumbrada a recibir. Ambos eran amigos de ostentaciones.
Paciente, el hombre escuchó los improperios habituales en ella, se levantó y sacó de su bolsillo un estuche de joyería, que fríamente le entregó.
En su interior, una pulsera de oro macizo. Ella sonrió satisfecha.
No sé si quiso hacer una broma, si quiso provocarla o si no tenía intención de regalarle aquella cara pulsera y poder devolverla a la joyería, de haber tenido su mujer otra reacción más tolerante.

Yo sabía que estaba cargado de deudas, entre otras cosas porque a mí no me pagaba, aunque ya me había pasado algo parecido en otras ocasiones, como cuando compró una moto a su hijo y a mí no me devolvía lo que antes le había dejado.
Son de los que disimulan, que viven de puertas afuera, haciendo más de lo que pueden.
Así están llenos de deudas.

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