Acabo de despertar. Mi primer gesto es buscar el auricular de la radio o lo que queda de él. Durante la noche se aplasta, se enreda, se pierde bajo el peso de mi cuerpo y cualquier día su fidelidad deja de ser. Siempre me duermo con el susurro de la emisora que suena de madrugada, esa que me da las buenas noches y a la que le dejo tener la última palabra. Mi radio es automática. Se apaga sola. Ella sabe quedarse en silencio respetando mi sueño, en el suave runruneo de las voces nocturnas y sabe cuando dejo de oírla. Desde hace un tiempo, allá donde voy, llevo mi radio. Es diminuta pero potente; es un vicio del que no puedo ni quiero separarme; es a mi oído como el móvil a los dedos de muchos. Imprescindible. La radio me distrae el pensamiento. Deriva la barca de mis ideas, que a veces naufragan, al muelle, a buen recaudo de tormentas y de borrascas, de viento en suspiros y de lluvia de lagrimas. Acabo de despertar. Mi primer gesto es buscar el auricular y poner mi radio. Esta mañana me...
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y de la ficción. Tu espacio para descubrir autenticidad.