Música en Europa continental y oriental. Instrumentos musicales.


EUROPA CONTINENTAL Y ORIENTAL

En sus funciones la música mediterránea no difiere de la de otras partes de Europa: los hombres cantan y bailan para divertirse, ciertamente, pero obedecen también a otras razones. Y así es posible observar un extenso repertorio musical destinado acompañar el trabajo: recolección de cereales, trilla (dribbiera en Córcega o tribiatura en Italia), cosecha de la aceituna, pesca (cantos o voces ritmadas para el arrastre de las redes, para la matanza de los atunes en Sicilia), conducción de reses (cantos de los arrieros, carritera), vigilancia de los rebaños (toques de cuerno, melodías pastoriles interpretadas con flauta), etcétera.
Pero mayor importancia alcanzar quizás el repertorio musical rituales ligado a los momentos fundamentales de la existencia (desde las nanas y otras canciones de cuna funerarias, pasando por los innumerables cantos y danzas que presiden las ceremonias nupciales), o al transcurrir del calendario de las estaciones o religioso (música acompañante para los gritos del fin de invierno o de llegada de la primavera, para los postulantes de Pascua o de Navidad, así los pifferari de la región de los Abruzos o las caramelles catalanas y de las Baleares).
Instrumentista de Fujara. Eslovaquia


 Es preciso mencionar finalmente el importante repertorio de cantos sin función determinada, épico líricos con texto narrativo, llamados de table en Francia y existentes también en Grecia.
Según su lenguaje la música mediterránea presenta diversos tipos. Se puede observar, aunque no domina, un fondo arcaico de estructuras prepentatonicas o pentatónicas. Por el contrario, las melodías heptatonicas con estructura tetracordal, prolongación viva de los modos griegos, son muy abundantes.
Se trata en conjunto de una música díatónica. Los escasos cromatismos que se puedan hallar en las regiones más orientales son sin duda una herencia turco árabe. Los ritmos, más precisos en las melodías para danzar, son generalmente regulares (binarios o ternarios), pero pueden presentar una cierta asimetría, aksak, particularmente en los países del mediterráneo oriental y allí donde mayor haya sido la influencia turca: Grecia, Albania o Yugoeslavia oriental. Este ritmo determina muchos tipos de danzas, en especial las danzas acrobáticas para hombres, acompañadas de zurna o zurla (oboe) y tapan o tupan (especie de tambor grande con dos membranas), mientras que las danzas en corro, tan frecuentes en el sur de Europa, entre los Balcanes y España ( kolo, ballu-sardu, farandola, sardana etc.), coros cerrados, abiertos, con los danzarines que avanzan Zigzagueantes o trazando figuras concéntricas, obedecen a unos ritmos más regulares. El giusto silábico, ritmo íntimamente ligado a la poesía cantada, modifican gran número de tantos narrativos. La música vocal puede obedecer a un estilo recitativo, silábico o melismatico: en teoría, los cantos para el trabajo obedecen a los dos primeros tipos, en tanto que los largos cantos épicos pertenecen al tercero. De todos modos, hay que guardarse mucho de concebir las clasificaciones en un sentido muy estricto, pues la realidad no es tan sencilla, y lo más frecuente es precisamente que el estilo silábico se adorne y enriquezca, que incluso llegue a alternar con periodos llenos de melismas.
En este estilo rico, melismatico, procedente según se cree de oriente o del islam, y que se extiende a lo largo de toda la región geográfica que nos ocupa (sirvan como ejemplo las saetas de Andalucía), se ha querido encontrar una de las particularidades fundamentales de la melodía mediterránea. Esta es una, en efecto pero existen otros caracteres como, por ejemplo, la polifonía.
Instrumentista de trompa
construida con corteza de abedul
Delecarlia. Suecia
Foto m. Roussel


La polifonía no es exclusivamente mediterránea, pues la música popular de las regiones limítrofes de la Europa continental y oriental nos lo atestigua; pero es ciertamente en el mediterráneo donde ella reviste las más variadas formas.
Es posible descubrir su tipos más elemental en las imbricaciones de los cantos dialogados (los chjami i respondi) de Córcega, o los chula Portugal, por ejemplo), y su más simple expresión en el bordón a la quinta o a la octava inferiores a la melodía, muy frecuente en Grecia. Sin embargo, la polifonía es susceptible de presentarse en formas más complejas: el número de bordones puede aumentar o su naturaleza modificarse en bordónes que varían de acuerdo con las tonalidades fundamentales de la melodía o que proceden mediante movimientos contrarios y evolucionan hasta el ostinato melódico o melódico rítmico porque, las voces acompañantes pueden desenvolverse en movimientos paralelos mediante terceras, cuartas, quintas, octavas y, algunas veces, singularmente en Bosnia, mediante segundas; finalmente, estos diversos elementos pueden presentarse combinados para construir importantes edificios sonoros, como son la polifonía sarda, albanesa o ligur. Vatoccu, paghiella, tasgia, etc., los cantos polifónicos del mediterráneo poseen algunos caracteres comunes: se estructuran en estrofas; cada estrofas se inicia con la voz principal, a solo, y al término de ella las voces se reagrupan en un unísono final; aparece la voz de falsete (falsittu en Cerdeña, rebique o quincho en la región del Miño), que se eleva a y traza arabescos al término de cada estrofa expresando la nota final a la octava superior.
Pastor tocando la flauta 
mientas vigila su rebaño
Pirineos Orientales, Francia


Las poblaciones mediterráneas practican, al lado de la monodía, el canto alternado y la polifonía, un nuevo tipo de ejecución: la monodía acompañada, que en muchos casos alcanza categoría de auténtica heterofonía. En efecto, el diálogo reviste diversos aspectos: el canto puede secundarse con un simple aporte rítmico de bastones, de conchas sonoras o de tambor de caja de madera o de cerámica (Cataluña, región del Duero, Rossillon, Sicilia, Albania etcétera), con un bordón apenas melódico tocado con una guimbarda (Córcega, Sicilia, etc.), o también a través de largos desarrollos melódicos ejecutados con la flauta, el clarinete o el laúd.
A esta categoría pertenecen los cantos épico líricos anteriormente mencionados, y que se acompañan preferentemente con instrumentos de cuerda: las extensas baladas sostenidas musicalmente con la lyra o el buzuki de Grecia, o por la guzla hoy el sharghi en la costa dálmata, así como las currente de Córcega en las que el violín desarrolla una melodía paralela a la de la voz.
Estas formas poseen además la particularidad de la improvisación aunque ciertamente condicionada por los límites naturales de tal improvisación, es decir, dentro de unos esquemas prefijados: pero, sin apartarse del esquema, cantor e instrumentista (o instrumentistas) dibujan y conducen, cada uno a su modo, el texto del poema y el desarrollo de la melodía.
Una vez más señalemos aquí la sorprendente capacidad de improvisación de las gentes del mediterráneo.
Los instrumentos musicales son, naturalmente numerosos y variados. Sus tipos manifiestan, con la misma evidencia que la propia música las diversas culturas que han imperado en el mediterráneo. Entre los idiófonos deben mencionarse: raspadores, pequeños cinbalos (las campareta de Bosnia, por ejemplo), grandes castañuelas cómo se las de Ibiza, varillas de hierro (los ferrinhos de Portugal), guimbarda de diversos tipos (scacciapensieri de Italia, marranzanu de Sicilia, drombulje de Yugoeslavia, etcétera).
Varios tipos de instrumentos membranofonos revelan incluso en su nombre la influencia de la civilización árabe que las propagó porque, se les encuentra en todas las regiones en que se manifiesta el islam: tambores de alfarería, como el darbuk macedonio, por los variados tipos de tambores con marcos circulares o cuadrangulares, con una o dos membranas, provistos algunas veces de pequeños platillos (def o daire de Yugoeslavia, adufe portugués, pandero español, panderetto del Rosellón, etcétera).
Son dignos de mención igualmente los tambores de fricción, con dos variantes principales: el primero con caja de alfarería y fricción externa comparó rígido (ximbomba en Cataluña y Mallorca, zambomba en Castilla y Andalucía, pignate de Provenza, cupo- cupo en Lucania, brunda en Yugoslavia, etcétera), y el segundo, giratorio en Grecia y en Provenza (cigala).

Los instrumentos cordofonos más usuales se agrupan en las grandes familias de la viola, o de cuerda que produce sonidos al ser frotada, y la del laud, es decir, de aquellos instrumentos de cuerda que suena al ser punteada.
Los primeros manifiestan una riqueza evolutiva que va desde la guzla de una cuerda provista de arco curvo a la lyra griega hasta los violines populares, versión rústica de los violines clásicos, pasando por estados intermedios, como la rabeca portuguesa de mástil corto.
Los laudes ofrecen iguales perspectivas; su mástil puede ser más o menos largo, y su caja piriforme, abombada o plana, pero todos desde el buzuki griego hasta la bandurria andaluza, muy utilizados en los países mediterráneos.

Porquero tocando la gaita
Nograd, Hungria
Foto Neprajzi
Los instrumentos de viento ofrecen gran profusión de modelos. Señalaré los más importantes, prescindiendo de los tipos considerados elementales como las trompas o cuernos de madera, corteza, caparazón o cerámica, o los pífanos. Los tres grupos principales incluidos entre los aerófonos, flautas, clarinetes, oboes, presenta numerosas variantes en cuanto al tipo. Las flautas pueden ser oblicuas (flautas largas de los Balcanes), del bloque anterior (flauta simples o dobles de la costa norte del Adriático), de pico (Provenza, Sicilia, Cataluña); pueden construirse de madera o de caña, con trece orificios (galoubet provenzal o flaviol catalán, que se tocan acompañándose del tamborí), o, más frecuentemente, con cinco o seis orificios.
Pueden ser las policálamas flautas panicas de España (pito) o de Italia ( firlifeu). Los instrumentos de lengüeta sencilla de tipo clarinete gozan de gran difusión; acaso sea en ellos donde reside una de las características más notables de la música instrumental del mediterráneo.
Construidos generalmente de caña y provistos de seis orificios, estos clarinetes  pueden ser simples o dobles, por lo tanto monodicos o polifónicos. Una larga tradición histórica está unida al más complejo de sus modelos actuales; el launeddas, triple clarinete empleado en Cerdeña. A tales clarinetes de caña, simples o dobles, puede incorporarse un saco o receptáculo de piel de Cabra o de cordero, que constituye una reserva de aire; ello da origen a la gaita de tipo mediterráneo (sac de gemecs, gaida, duda, tsambouna, etcétera), muy familiar entre pastores.
 Los instrumentos de lengüeta doble, del tipo oboe, igualmente popularizados por el islam, son asimismo característicos de la región mediterránea. Presentan factura y dimensiones variables, desde los más sencillos, tallados a mano por los pastores, hasta los complicados modelos de la cobla catalana; raras veces se tocan a sólo, excepción hecha de los de uso pastoril (la gralla, del Rosellón), siendo lo más frecuente el emplearlos a dúo (sopellas de Croacia), o bien acompañados de una gaita (piffero de los Abruzos) o de un tambor (zurna de Macedonia, xirimia de Mallorca).
                                                      
Se han insistido ya sobre el hecho de que la función de la música tradicional no difiere mucho en las distintas regiones de Europa. Pero cada región, puede modificar la de acuerdo con sus particulares modos de existencia: puede, por ejemplo, desarrollar la oo expresarla de distinta manera; puede incluso crear nuevas funciones, respondiendo a sus propias necesidades. Así la necesidad de reunir los rebaños para proceder a la operación de la esquila ha dado origen en Suiza, al Kühreihen, más conocido con el nombre de ranz o fila de las vacas, e igualmente al Betruf o plegaria alpina que se canta la salida del sol.
Entre los serbios y los eslavos del este, que han recibido muy tardíamente la influencia de la Europa occidental, no es exagerado afirmar que la música colabora en cada una de sus actividades: existen repertorios especiales concernientes a las labores agrícolas, el pastoreo, el trabajo colectivo los talleres, etc.; Otros tipos de música se reservan para las ocupaciones más tranquilas, las que tienen lugar al atardecer, en las veladas (el sedenki o tlaki búlgaros); y no hay que olvidar tampoco las reuniones familiares.
En gran parte de Europa continental la música ocupa un importante lugar: recuérdese la gran importancia que adquiere la música en las ceremonias nupciales polacas o húngaras, las numerosas lamentaciones funerarias (sirato de Hungría, bocete de Rumanía), o la profusión de ritos que acompañan la aparición de las distintas estaciones (desde los tradicionales reveillez de Pasion y las colectas desmayo en el centro de Francia hasta las giras de los reyes renanos o hasta las procesiones que, tanto en Suiza como en Bulgaria, anuncian al son de las esquilas del rebaño la llegada de la primavera).
tañedora de viella de ruedas
Suiza.S Xix
Foto Sarkis

El lenguaje melódico de la música de Europa continental es fundamentalmente diatónico.
El largo dominio turco ha dejado escasas muestras de cromatismo en Rumanía, Bulgaria o Yugoslavia. A excepción del Alpenlied (canto de los Alpes), que utiliza el yodel, las melodías se mueven en un ámbito ciertamente restringido, y poseen una estructura fundada en el tetracordo o en el pentacordo. Son relativamente frecuentes las escalas prepentatonicas y pentatónicas descendentes (Hungría, Bulgaria, Polonia, Eslovaquia, Francia), y más frecuentes a aún las heptatónicas. Los ritmos son libres, frecuentemente del tipo silábicos para los cantos narrativos, pero más riguroso de la música para danzar: son entonces regulares y de tipo binario (particularmente en Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia), o de tipo ternario (especialmente en Polonia, Bohemia, Moravia, Austria, Alemania y Suiza): también pueden ser asimétricos, del tipo aksak, registrado un importante desarrollo en Bulgaria, donde Bartok los ha descubierto y bautizado como búlgaros; presentan en forma rítmica las múltiples variantes de la danza en corro llamada horo, parienta cercana del kolo de Eslovaquia, Rumania o Servia.
Ciertamente, la mayor parte de las melodías poseen estructura silábica y estrófica, o bien proceden por repetición más o menos libre de un motivo inicial; pero no debe prescindirse de las que pertenecen a la gran familia de los cantos épico líricos, cuyas variantes mediterráneas se han citado anteriormente. Estos cantos semi improvisados, con un intérprete que adorna libremente la melodía, se encuentran extendidos desde Europa oriental hasta Ucrania, siendo su tipo más característico la doina rumana.
Diversos son los procedimientos de ejecución que utilizan los músicos tradicionales de Europa continental en la interpretación que los cantos. La simple monodia puede enriquecerse gracias a una ejecución alternada (diálogos de los pastores de Eslovaquia, bailero de Auvernia, antifonías búlgaras, etc.), e incluso polifónica.
 Las espontáneas polifonías vocales, con una riqueza y complejidad notables en Georgia, por ejemplo revisten entre los eslavos del sur y los búlgaros la forma de un bordón o de intervalos paralelos de segunda, de tercera o sextas paralelas en Eslovaquia y Silesia, e incluso de quintas paralelas en la región de Pieminy, en Polonia. Bávaros, austriacos y suizos practican igualmente el canto polifónico, aunque fundado en principios armónicos extraídos de la música culta occidental. Y a la monodia puede añadirse le finalmente un acompañamiento instrumental, realizado preferentemente con instrumentos de cuerda (viola o citara), algunas veces con la flauta o la gaita.
Los instrumentos musicales son bastante diversos. Es frecuente el empleo de gestos sonoros, especialmente en el dominio de la danza (Schuhplattler de los Alpes bávaros).
 Los instrumentos pertenecientes a la familia de los idiofonos son numerosos y ampliamente utilizados: raspadores, sistros, matracas, lengüetas confeccionadas con algunas hojas, briznas de hierba, espinas de pescado o fragmentos de corteza (Alsacia, Eslovaquia, Rumania, Austria etc.), guimbardas, campanas, etc..
 En cambio, son raros los instrumentos membrafonos, a excepción de las regiones orientales, en las que la influencia turco árabe ha sido más persistente, y que presentan un rico panorama de tambores de distintos tamaños, de marco, de cerámica, etc.. El tambor de fricción interna con vara móvil (el buk de Polonia), o giratorio (el Waldteufel alemán), es igualmente conocido y empleado.
La familia de instrumentos cordofonos presenta grandes variantes en cuanto a sus tipos: numerosas  violas, de caja plana, cuadrada, rectangular o con algún ensanchamiento, con la al correcto o curvo, provistas de una, dos, tres o cuatro cuerdas, y de un tamaño que llegan al del violonchelo .
flautista. Hungria. Foto RAar-Rapho


Al lado de estas violas de arco hallamos igualmente la cinfonía o viella de rueda, celebre gracias a la iconografía tanto medieval como romántica, y que puede ser considerada como el instrumento típicamente europeo, con su caja de forma plana ( Drehleir de Austria, lira de Rumanía, por ejemplo), o redondeada (vielle del centro de Francia, por ejemplo). El laúd se localiza especialmente en el este de Europa: tambura y baylama de Bulgaria, chonguro de Georgia y balalaika de Rusia constituyen los ejemplos más notables. Finalmente la familia de instrumentos de cuerda cuenta con múltiples manifestaciones: la citara con caja de cuerda pulsadas: la kusla de Cheremisia, la guzla rusa, la cobza rumana, la Hackbrett austríaca, o la spinetta de la región de los Vosgos; existen asimismo la citara que suena gracias a la percusión de sus cuerdas: tal es el cymbalum, instrumento favorito de los zíngaros, estrechamente emparentado con el santur oriental.
Los instrumentos de viento más espectaculares son acaso las largas trompas de madera, retraso o curvas, con arcos metálicos algunas veces, que los pastores de la montaña utilizan para reunir el ganado o para comunicarse entre ellos ( alphor suizo, tulnik rumano, trembita rutenio, etcétera).
Las flautas presenta numerosas variantes: oblicua ( kaval rumano), de pico ( fujarka polaca), flauta doble, pífanos, flautas de Pan, etc.. Algunos modelos tales como la fujara, flauta baja, largas, peculiar del sur de Eslovaquia, merecen especial mención. Ya hemos dicho que clarinetes y oboes, a excepción de los oboes construidos por los pastores y los niños a base de corteza enrollada, sólo son utilizados corrientemente en Europa meridional y mediterránea; pero en cambio es muy corriente la gaita. Esta va desde el arcaico siesienki polaco(platerspiel) o desde un tipo muy popular entre el pueblo cheremis, pequeña gaita con reservas de aire confeccionadas con vejigas, hasta los enormes gajdy de Moravia; cuando pertenecen al tipo musette, o sea cuando su saco está alimentado por un fuelle y no por el propio intérprete, el modelo de mayor tamaño lo constituye el koziol polaco, provisto de tres o cuatro bordónes. Terminaremos diciendo que armónica y acordeón, especialmente este último, son de uso general en casi toda Europa, y lentamente han suplantando a los restantes instrumentos más tradicionales.
Los distintos tipos de instrumentos anteriormente numerados, y en especial los de cuerda (violines citaras, etc.), se reúnen muchas veces en agrupaciones de cuatro o cinco ejecutantes, formando una pequeña orquesta muy frecuente en las zonas rurales o semi urbanas; estos grupos han sido popularizados gracias a los músicos zíngaros de Europa central.

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