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Adicción a la escritura En mi imaginario Desde la literatura reclamo igualdad A ti escritora de lo bello

ADICCIÓN A LA ESCRITURA


Pluma estilográfica

__ De un tiempo a esta parte, creo no tener capacidad para resolver los temas novedosos a los que me he de enfrentar.

__ Me haces gracia, Ernesto. No sé a qué viene decir esto, cuando siempre has hecho lo mismo. Me he cansado de decirte que tú sí que vales, que tú sí que puedes. Lo has conseguido todo. Has llegado hasta donde te has propuesto en todos los campos de la vida. Que otra vez me salgas con eso, mira, chico, no sé qué decirte.

El condicionamiento de Pavlov a mi marido no le sirve para nada. Siempre se ve incapaz.
El año que hicimos juntos los cursos de Pensamiento positivo, parecía que le había quedado claro que “el pesimista vaticina su fracaso”.
Estuvo una temporada muy motivado. Le duró bien poco.
Volvió a la tendencia de creer que no va a ser capaz de nada. Va incluida en el lote de sus virtudes la gran dosis de inseguridad que lo arrastra. Es su manera de ser, aumentada desde que lo incapacitaron. Se le vino el mundo encima al pensar en qué ocuparía su tiempo.
Hace unos días, desde que ha empezado las clases de escritura, está desconocido. Su actitud es diferente.
No sale sin su libreta. Siempre está pensando. A todas horas lee, tomando notas, se fija en detalles y escribe, escribe, escribe. Delante del ordenador lo dejo por la noche y cuando me levanto al día siguiente lo encuentro en la misma postura que lo dejé ayer. En cuanto que me ve, me tiene mártir, ya sea en el baño, en la cocina o descansando interesada en algún programa de TV, que va detrás de mí para leerme lo que ha escrito. Me pide la opinión. Se la doy. Y para no perder la costumbre, después hace lo que le da la gana.
¿Va a ser verdad que la escritura crea adicción?
Pues lo tengo claro. No tengo marido por una temporada, aunque... pensándolo bien, en el fondo es un alivio.



EN MI IMAGINARIO
Hoy vengo a hablar de mi libro: El libro que no he escrito.

Podrías haber existido, pero no todos los narradores merecemos esa suerte de engendrarte. Déjame decirte, libro imaginario, que en la solapa hubieras llevado mi foto en blanco y negro, con la postura de estudio que siempre ensayé: una mano apoyada sosteniendo mi cabeza inclinada y la otra en un gesto de quitarme las gafas, pero sin llegar a hacerlo, simulando un movimiento que imprime carácter intelectual. En el lomo hubieras llevado grabado mi nombre y a buen recaudo, mi pensamiento escrito en cada uno de los renglones de tu cuerpo, porque en ti hubiera desnudado el alma en las noches de insomnio, con suspiros anhelantes de la lucha encarnizada que mantengo, queriendo dar alcance a este sueño que es crearte.

En este proceso lo mejor es fantasear y sentir que somos el uno para el otro. Una simbiosis perfecta. Hubieras estado junto a mí, hasta el fin, culminando la alternancia que tiene con el principio. Y con un poco de suerte hubieras salido a la luz.

Te hubiera escogido algún lector interesado en adentrarse en tus secretos, hasta dejarte morir gélido de olvido en la estantería.

Eso sí, querido libro, no en una estantería cualquiera, sino en la de una biblioteca amiga.

Texto presentado a Concurso Zenda #RecomiendaunLibro Abril 2022 REVISTA ZENDA


DESDE LA LITERATURA RECLAMO IGUALDAD

Cuando llegaste a mis manos, sentí un especial embrujo que me inundó de vida. Imaginé ese mundo que tú has creado con la literatura y en esas similares situaciones me identifiqué. Haces de lo simple un lema que llega al corazón. Analizas la veracidad hecha ficción que confunde, aunque cada cual sabe el límite de lo verdadero. Tú, que siempre has tenido clara tu verdad, que das la cara, y expones y normalizas, tú, que eres privilegiada de la palabra, debes seguir luchando con conceptos, defender lo que ha de ser. Igualdad de todos y para todos.

A TI ESCRITORA DE LO BELLO 

Érase una vez que, al leerte, imaginé un mundo en tus palabras. Me hiciste sentir mujer enamorada. Te adentrabas en mí en cada renglón. Cerraba mis ojos con fuerza para retener la sensación. Deseaba en aquellos instantes que todo se parara, que no envejeciera mi emoción como hace envejecer la vida, los años o las rutinas. Ha pasado mucho tiempo y quiero que sepas que acudo al bello refugio de tus letras, porque ellas no envejecen.

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