Temprano aquella mañana de día laborable, festivo para mi, fui a bañarse al mar que tenía al pié de mi apartamento, para nadar a gusto antes que empezara la peregrinación de bañistas, que sobre todo en Agosto, alfombraban la playa. Me sentía afortunada en aquel entorno, tan cerca de la ciudad y tan alejada de su bullicio. El mar me daba paz y el sol energía. Al amanecer y al atardecer disfrutaba de cada matiz diferente en el color y en el movimiento del agua. Inseparable del cielo por la línea del horizonte, era una exhibición continua que disfrutaba con deleite. Semi-sentada sobre la toalla, sentí un fuerte impacto en mi ojo. Una punzada de dolor. Creí que la brisa ligera que corría había levantando arena y se me había introducido como un cuerpo extraño. Me sumergí en el mar, buceando con los ojos abiertos, a fin de que el agua eliminara la molestia. No fue así. Por la tarde tuve la visita de una amiga. Y mi ojo cada vez peor
.
_Tienes este ojo muy mal, veo unas cosas raras que se deslizan por la órbita. Hay que ir a urgencias.
Mantén los ojos cerrados que estarás mejor mientras esperamos que te atiendan.
_
_Veamos que pasa, ¡umm!...¿Ha estado Usted en el campo?
_ No, no, pero he estado en la playa.
_Pues le ha impactado una mosca en el ojo y en el choque le ha desprendido los huevos. Tiene una grave infección que hay que tratar de inmediato.
Y digo yo, hay enfrentamientos con huevos, es decir "de cojones"y a mi se me cagó una mosca.
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