Yo te entendía.
Tú, como muchos, me consta que no te sientes cómodo en un escaparate, ni tan siquiera enseñando poco genero. Te divierten más las vitrinas de los demás.
¡Pobre cuitado! ¿Acaso no sabes que serán los otros los que se encargarán de desvelar tus confidencias? Si. Aquello confesado con franqueza lo verás repetido tarde o temprano en boca de otros. Cierto que a veces por inconsciencia, otras por ingratitud y la mayoría por desquite.
Esas son las bajas pasiones humanas a flor de piel.
Y hete aquí que sé muchas cosas de ti, al margen de las que tú has manifestado públicamente o en ocasiones a mi. Y de tantas cosas que sé, aunque parezca mentira, aún no sé como te llamas.
En algún momento de mi vida, me oculté también detrás de un nik, por la necesidad de creer que me sentiría más libre para expresar.
¡Ya ves!, igual que tú. En el fondo no somos tan diferentes, pero al final tú cambiaste de bando y desapareciste.Yo he cambiado, pero de casa, y aquí sigo. Con mi cara, mi nombre y mi libertad para expresar lo que quiera y necesite.
Hemos tirado tierra de por medio a base de silencio e indiferencia.
Tu avatar lo sigo viendo cuando clicas en algún “me gusta” de esa red social en la que entras, comentando artículos de tus amistades.
A mi los silencios no me preocupan, voy y vengo entre ellos cuando aparezco y desaparezco.Me siento cómoda. Los comprendo y si me ajusto a la idea de Shakespeare, hasta te diría que me atraen, porque me hacen menos esclava.
La indiferencia si duele. De ti y de cualquiera.
El libro de la Apocalipsis dice: “porque eres tibio, ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Toda una sentencia que hoy me ha venido a la memoria. ¿Porqué será?
Después de años de conocerte ¿qué me ha de importar un trato de tan poca trasparencia?
si ni siquiera sé tu nombre.
¡Pobre cuitado! ¿Acaso no sabes que serán los otros los que se encargarán de desvelar tus confidencias? Si. Aquello confesado con franqueza lo verás repetido tarde o temprano en boca de otros. Cierto que a veces por inconsciencia, otras por ingratitud y la mayoría por desquite.
Esas son las bajas pasiones humanas a flor de piel.
Y hete aquí que sé muchas cosas de ti, al margen de las que tú has manifestado públicamente o en ocasiones a mi. Y de tantas cosas que sé, aunque parezca mentira, aún no sé como te llamas.
En algún momento de mi vida, me oculté también detrás de un nik, por la necesidad de creer que me sentiría más libre para expresar.
¡Ya ves!, igual que tú. En el fondo no somos tan diferentes, pero al final tú cambiaste de bando y desapareciste.Yo he cambiado, pero de casa, y aquí sigo. Con mi cara, mi nombre y mi libertad para expresar lo que quiera y necesite.
Hemos tirado tierra de por medio a base de silencio e indiferencia.
Tu avatar lo sigo viendo cuando clicas en algún “me gusta” de esa red social en la que entras, comentando artículos de tus amistades.
A mi los silencios no me preocupan, voy y vengo entre ellos cuando aparezco y desaparezco.Me siento cómoda. Los comprendo y si me ajusto a la idea de Shakespeare, hasta te diría que me atraen, porque me hacen menos esclava.
La indiferencia si duele. De ti y de cualquiera.
El libro de la Apocalipsis dice: “porque eres tibio, ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Toda una sentencia que hoy me ha venido a la memoria. ¿Porqué será?
Después de años de conocerte ¿qué me ha de importar un trato de tan poca trasparencia?
si ni siquiera sé tu nombre.