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Soy ella y mi nombre es seudónimo Trabajando el estilo Mi punto de vista de Facebook Desvelada mi identidad El castigo de un bloqueo En la sombra y con seudónimo Mi punto de vista Concursos y seudónimos De incógnito

SEUDÓNIMO



SOY ELLA Y MI NOMBRE ES SEUDÓNIMO

Somos testigos en los tiempos que corren que las informaciones pueden ser falsas. Falsos pueden ser los personajes que se escudan tras una pantalla. Falsos podemos ser tú y puedo ser yo.
Me pregunto si alguien que está detrás de un seudónimo es falso.
Y respondo: NO

El seudónimo encubre a una persona tras un nombre que no es el suyo. Que el nombre sea otro, no tiene porqué ser falsa la persona que está detrás de él. A lo largo de la historia muchos escritores y periodistas han firmado bajo un seudónimo. Mariano José de Larra, Clarín, Neruda, Gabriela Mistral, Cortazar, etc. 

Puede ser interesante tener un “nom de plume", es decir un nombre ficticio de autor. Sin otro fin que no sea sentirse libre en la expresión, sin menoscabo de la autenticidad personal de quien lo usa. Se puede también tener la necesidad de sentirse bajo esa protección que da el seudónimo.

Me gusta el carácter secreto de un seudónimo.
Debería de ser así en los certámenes literarios. Al menos puede que ayudara a la imparcialidad del jurado, que en muchas ocasiones, brilla por su ausencia. No lo digo por decir. Podría poner ejemplos consumados.

JK Rowling sorprendió al mundo literario disfrazándose de hombre y publicando una novela policiaca. Quiso salir de la presión de ser la autora de las saga Harry Potter. Fue para ella según manifestó, una experiencia liberadora.
Es perfectamente posible publicar bajo seudónimo sin perder por ello ningún derecho sobre la obra.
La ley regula los casos en los que el autor utiliza un seudónimo. Aunque no hay que olvidar que hay que acreditar la propiedad de una obra en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Comentando sobre mi seudónimo:

Esta secuencia me sucedió cuando solicité amistad con un apersona a la que ya seguía en Facebook con mi nombre Anna Jorba Ricart. Ella es A.Collar y esta es la secuencia:

No hace falta que nadie me envíe mensajes para decirme que tengo una personalidad encerrada en un seudónimo. Yo misma lo he anunciado abiertamente y debajo de mi nombre lo dice bien claro. 
En mis primeros pasos por esta red , ya tuve un encontronazo absurdo con una persona a la que pedí amistad, ella es Alena Collar, quien inmediatamente me bloqueó por no aceptar la incógnita de mi real personalidad. Eso me dolió. Antes de hacerlo tuvimos una conversación, me preguntó si era Flavia Company Navau
¿Qué hubiera pasado si hubiera sido ella? ¿Hubiera tenido otra reacción conmigo?.
Tuve curiosidad y empecé a leer el último libro "Por mis muertos" que recomiendo a todos y de él traigo un fragmento:
[...] La realidad es la ficción que cada cual elige, Andrea, y por eso hay que elegir muy bien las mentiras que uno se cuenta y le cuenta a los demás y es importante que coincidan tanto como sea posible, ¿me entiendes?»
No miento, tan solo oculto mi verdadero nombre.
......... y sigo bloqueada.


Me pongo en acción. 
No me importa que la estupidez de una mujer me haya bloqueado la cuenta en Facebook por escribir con pseudónimo.  Escribo bajo pseudónimo pero no miento.
No me importa el insulto de un impresentable que dice que no se relaciona con anónimos.
No me importa que haya quien crea que soy un engaño porque no doy la cara.
No me importa nada de lo que se pueda decir y pensar.

Estoy aquí y ahora. Soy real. Soy ella. Y nada frenará mi empeño de presentarme bajo este seudónimo. 
Si no te gusta no vengas.
Si te intriga hazte amigo o amiga y seguirás mis pasos, y te aseguro que un dia sabrás quien hay detrás de Aurora Hildegarda.

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TRABAJANDO EL ESTILO

Al escuchar una canción muchas veces no acierto a saber quién es el artista que la canta.
Cuando una voz es poco personal, anodina, carente de estilo, una de tantas en el montón del mundillo artístico, me cuesta distinguir.
Por el contrario, cuando surge una voz personal, única, diferente, de estilo propio, al oírla, enseguida sé quién es su interprete.

Si traslado esta idea al mundo de la escritura mi reflexión es parecida. 
Hay escritores, la mayoría, carentes de estilo, nada los distingue, anodinos, sin peculiaridades, entre los que me incluyo, por eso trabajo para conseguir tener un sello propio, unas maneras de expresar definidas, personales y con estilo. Qué bueno sería llegar a los lectores y que pudieran reconocerme al leer mis textos.
Reconoceríamos a Marcel Proust con sus interminables oraciones subordinadas, repletas de comas y sin puntos para respirar, o a Gertrude Stein con sus constantes repeticiones, sin duda, a Samuel Beckett, que escribió un libro de 80 paginas sin ningún signo de puntuación, o a Andrzejewski, que escribió una novela solo con dos frases, claro que la primera de 40.000 palabras, sin signos de puntuación, y a tantos otros que se definen por características singulares.
Pero sin llegar a estos extremos ¿quién nos va a reconocer en nuestra escritura si no trabajamos para tener un estilo propio?
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MI PUNTO DE VISTA DE FACEBOOK

Yo, que soy ella, y mi verdadera identidad, (que os tiene también como amigos virtuales y personales), soy consciente de mi carencia, por eso me atrevo a presentarme en esta red y en mi blog con un seudónimo.
Tengo la seguridad de que nadie va a saber quién realmente soy. 

 Mientras,  trabajo para intentar conseguir una “marca de la casa” que me distinga al leerme. Si ese dia llega se destapará la verdadera identidad de Aurora Hildegarda.Mi ella y yo, Soy ella (seudónimo) nos estamos cansando de este medio llamado Facebook, red social, de redes.
Creemos que vamos a cerrar nuestras cuentas. 
¿A quién le importa?
Nada más llegar solicité una amistad a Alena C, le dije que era un seudónimo, que la conocía bien en mi otra cuenta, que me gustaban sus crónicas, sus reseñas, sus despedidas cada noche.. Me preguntó si era Flavia C.y por supuesto dije que no, (qué más quisiera yo escribir como ella), no le sentó nada bien y me bloqueó la cuenta por la cara.
Me dolió.
Han pasado meses, (a nadie le importa nada), y constato que se acaba todo rápido con un "me gusta" si tienes suerte que alguien venga a clicarte. 
Escribo temas originales, con ellos me expreso asiduamente según mi estado de ánimo, a mi aire, no acostumbro a copiar y me encanta comentar en las entradas de mis amistades.
En principio no espero nada más, pero encuentro a faltar que alguien que está en la lista de mis amigos, alguna vez pronuncie una opinión, ojalá una critica, aunque no sepa quien soy, yo en esto juego con ventaja porque a todas ellas las conozco en persona.
Pero Facebook es de instantes cortos, muy cortos. Ni una palabra, ni una opinión, ni unos segundos para una critica, para contrastar, para rebatir temas.
Es como cuando vas en metro, por la calle, en las salas de espera y en todas partes, que solo ves gente mirando al móvil, riendo sola y hablando a voces en el aire.
Y después dirán que es la era de la comunicación.
Este Facebook parece un escenario donde cada uno da rienda suelta al autobombo y a su publicidad, dónde muchísimos comparten lo de otros, la mayoría no crea ni textos propios, donde se lanzan las ideas machaconas de una determinada manera de pensar política, de propaganda de intereses propios, de mostrar productos, sean libros, objetos de regalo y cualquier zarandaja de rastrillo que te quieran vender, se suben fotos para decir que estás en este o aquel país feliz de vacaciones, y donde se acumulan amigos como churros en una mañana de domingo.
Numero es lo que importa, cuantos mas mejor.
Al final te quedas con tu cuatro amigos fieles, con los que mejor hablas en una cafetería viéndoles las caras.
Facebook no da para más.
 ¿A quién le importa?


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DESVELADA MI IDENTIDAD Y LA ALEGRIA DE UN SEUDÓNIMO

Dias atrás escribí en esta red que si alguien descubría la identidad de Aurora Hildegarda, se lo desvelaría. Y así ha sido. Una de vosotros ha dado en el clavo. Ha descubierto mi identidad.
Su extraordinaria "intuición" tiene mérito.
Yo seguiré intentando ser coherente entre lo que expreso y lo que soy o siento. 
Dijo Oscar Wilde que cuando uno habla de su propia persona es cuando menos se muestra a si mismo. Ponle una máscara y te dirá la verdad.

Con mascara y sin mascara, con realidad o en ficción, Aurora Hildegarda siempre dirá su verdad. 
Uno de vosotros ha dado en el clavo. Ha descubierto mi identidad. 
Por supuesto que el mérito es suyo y no se lo he negado.
Hoy es un gran dia para mi.
Es cosa del estilo—me ha dicho.
Qué bien si fuera así para muchos.

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EL CASTIGO DE UN BLOQUEO


Tu estupidez y tu intransigencia bloquearon mi cuenta. 
Me dolió en el alma. 
He esperado que esa cicatriz se disipara, hasta hoy, que es anécdota
Fuiste tan efímera. No diste oportunidad. Inflexible
Fui sincera en mi confesión.
Tu duda entretejió un muro alto y profundo, un abismo. 
¿Y qué? 
Mi palabra sigue y seguirá libre y abierta.
Mi persona es real, oculta tras otro nombre, un seudónimo, que es tan solo un resorte donde apoyarme para expresarme con rienda más suelta.
Tu bloqueo no castigó a mi persona, por el desconocimiento, y no a mi palabra que sigue intacta en su camino trazado. 

El collar que llevas apretando tu cuello y en tu apellidos, se llama intolerancia.
En mi nombre, que además no es falso,  habita la libertad. 
¡A ver si rectificas!


Esta entrada la dedico a A Collar quién me bloqueó por ser seudónimo

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EN LA SOMBRA Y CON SEUDÓNIMO


 Una vez más di mi opinión. Deje caer mi implacable critica sobre el tema. Se hizo el silencio. Me levanté y me fui. Nadie replicó, nadie defendió una postura diferente. Pudiera ser que me dieran la razón o pudiera ser que me la quitaran. Tomé distancia. Me adentré en el espinoso camino de la soledad. Me alié con el olvido. Cambié de nombre. Mi objetivo, al margen de consideraciones ajenas, es seguir siendo yo misma.
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PUNTO DE VISTA, CONCURSOS Y SEUDÓNIMOS

A veces se hace difícil decir lo que se piensa. A mi edad ya no temo presiones de ningún tipo que puedan frenar mi impulso de opinar. Decir lo que pienso ha sido incomodo, también para aquellos que van de tolerantes, hasta el día que los contradices que entonces desatan sus malicias, algunas hasta extremos de traición. Chaqueteros y chaqueteras con los que te topas pero sin fuerza para hacerme renunciar a ejercer la libertad de expresarme.


En los últimos tiempos me he adentrado en el tema de concursos literarios y quiero dejar dos pinceladas al respecto.

Si te presentas a un concurso has de tener rigor para seguir las bases, de lo contrario los 
organizadores o el jurado van a descartar tu escrito.
No quiero entrar en cuestionar la honestidad del propio jurado, bueno, si, si voy a entrar, porque me consta que en algunos casos es interesado y corrupto, capaz de amañar resultados, de inventar datos, o de dar premios a quien ellos deciden.
Me explico.
El año pasado el concurso que convocó “Museo de la palabra”, dio el premio de 20000 dólares a un relato que resultó ser el plagio de un chiste, de ahí viene la sección de este blog “El plagio del chiste”, de humor, que me reporta sonrisas para compensar la indignación que en su momento me creó este asunto.
 Las bases se las saltaron a la torera, y aguanta el lance, porque entre miles de incautos que nos presentamos, al denunciarlo, obtuvimos por respuesta el silencio. El silencio tan de moda y que tantos ejercen para parecer más dignos.

Otro asunto, te recomiendan a la hora de escribir un microrrelato que los adjetivos y los adverbios, los evites, es decir, cuantos menos mejor. Y en un concurso en el que he participado, acabo de leer un micro clasificado como finalista, en el que este consejo se lo han pasado por el forro. Contabilizo, en cien palabras, catorce adjetivos y adverbios. ¿En qué quedamos?


Te recomiendan que cuantos menos personajes, mejor. Y hace unas semanas, una pandilla entera encadenada de personajes, al menos seis, constituía el cuerpo pequeño de un microrrelato ganador.
Hacen lo que les da la gana.
Los concursos son un tema, en si, complejo y enrevesado.
Yo soy aficionada a presentarme a ellos y ya se que nadie me obliga, pero me da para pensar.

Cuando presento textos escojo los trasparentes, traslúcidos, diáfanos, límpidos, claros y cristalinos. Son precisamente las propiedades que dicen que tendrían que tener los jurados. Y por eso comprendo que mis textos sean tan trasparentes como ellos, que pasan desapercibidos.
Empezaré a enviar los turbios, oscuros, opacos, nebulosos, velados, pactados, de amiguismos, tramados e interesados, a ver qué tal me va.

Envié uno, y la sorpresa es que ha resultado ganador. Muy ilusionada me ha tenido. El caso es que, cansada de firmar con mi propio nombre, que debe de estar muy visto, lo envié bajo seudónimo, y ves por dónde, para una vez que suena la flauta...jejejeje (De incognito microrrelato que hace referencia al tema del pseudónimo.)

Me han regalado un lote de libros y la edición de una antología gratis. Al menos esta vez, no he tenido que pagar por estar en un libro de antología con otros autores.
Esta es otra. Te presentas a un concurso, quedas finalista, la organización edita el libro y lo tienes que pagar, muchas veces caro, porque ¿quien renuncia siendo principiante a aparecer en una antología literaria? Muy pocos. He de decir que a esta convocatoria, nunca más me presentaré.

Somos testigos en los tiempos que corren que las informaciones pueden ser falsas. Falsos pueden ser los personajes que se escudan tras una pantalla. Falsos podemos ser tú y yo.
Me pregunto si alguien que está detrás de un seudónimo es falso. El seudónimo encubre a una persona tras un nombre que no es el suyo. Que el nombre sea falso, no tiene porqué serlo la persona que está detrás de él. Yo, utilizo no uno, sino varios y ninguno de ellos lo utilizo para ningún fin malvado ni nada por el estilo.

A lo largo de la historia muchos escritores y periodistas han escrito bajo un seudónimo, Mariano José de Larra, Clarín, Neruda, Gabriela Mistral, Cortázar, etc. Puede ser interesante tener un “nom de plume", es decir un nombre ficticio de autor, sin otro fin que no sea sentirse libre en la expresión, sin menoscabo de la autenticidad personal de quien lo usa o sentirse bajo esa protección.
Me gusta el carácter secreto de un seudónimo.
Debería de ser así en los certámenes literarios.
Al menos puede que ayudara a la imparcialidad del jurado que, en muchas ocasiones, brilla por su ausencia.
 Hace poco JK Rowling sorprendió al mundo literario disfrazándose de hombre y publicando una novela policiaca. Quiso salir de la presión de ser la autora de las saga Harry Potter. Fue para ella, según manifestó, una experiencia liberadora.

Es perfectamente posible publicar bajo seudónimo sin perder por ello ningún derecho sobre la obra. La ley regula los casos en los que el autor utiliza un seudónimo. Pero no hay que olvidar que la manera más sencilla para acreditar la propiedad de una obra es inscribirla en el Registro de la Propiedad Intelectual. Y así te evitarás problemas. 

Sea como fuere, como en tantas cosas en la vida, todo es teoría, pura teoría y a gusto del consumidor y a mi, me apetecía recordarlo.

OTRA ENTRADA EN ESTE ENLACE CONCURSOS Y DEMÁS ZARANDAJAS

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DE INCOGNITO

  Antes de tirar la toalla, por aburrimiento, envié la última participación. Cada semana quería intentar hacerme un hueco en aquellas convocatorias y pocas veces recibí reconocimiento. Me atraían aquellos egos hambrientos, ávidos por ganar, que giraban alrededor del concurso, soñando como yo, ser elegidos con éxito. Parecían buenos y no lo eran. Me di cuenta que todo ello era un duelo de intereses y de ganancias de unos pocos, pero tampoco me importó con tal de hacerme eco. En la última participación, acerté. Escogieron mi relato pero no me reconoció nadie. Ese día había firmado con pseudónimo.

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