RUTINES
Un dia em vaig adonar dels teus silencis. No tenies res a dir. Va començar a molestar-te la meva conversa
i el teu silenci es va fer meu.
Un dia em vaig adonar de la teva indiferència. No t'interessava res. Va començar a molestar-te el meu interès
i la teva indiferència es va fer meva.
Un dia em vaig adonar de la teva fredor. No l'evitaves. Van començar a molestar-te les meves demandes
i la teva fredor es va fer meva.
Un dia em vaig adonar de la teva apatia. Sense ganes de res. Va començar a molestar-te la meva activitat
i la teva apatia es va fer meva.
Ens vam posar al límit, fins que vàrem travessar la frontera després de la qual no hi ha retorn.
Ja som silenci, indiferència, fredor, apatia.
Un día me di cuenta de tus silencios. No tenías nada que decir. Empezó a molestarte mi conversación
y tu silencio se hizo mío.
Un día me di cuenta de tu indiferencia. No te inmutabas por nada. Empezó a molestarte mi interés
y tu indiferencia se hizo mía.
Un día me di cuenta de tu frialdad. No la evitabas. Empezaron a molestarte mis demandas
y tu frialdad se hizo mía.
Un día me di cuenta de tu apatía. No tenias ganas de nada. Empezó a molestarte mi actividad
y tu apatía se hizo mía.
Nos pusimos al limite.
Un día atravesamos la frontera tras la cual no hay retorno.
Ya somos silencio, indiferencia, frialdad, apatía.
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OTRAS RUTINAS
Los últimos tiempos están provocando un efecto devastador en mi casa. Mi marido no sale para nada. Dedica su tiempo a leer, pensar, discutir y escribir. Por este mismo orden.
He visto sobre su mesa unos libros de Joyce y Dostoyevsky. Es una rareza en él, verlo interesado en estos imponentes tomos que no parecen de lectura fácil, cuando hasta ahora solo ha mostrado interés por lo corto, conciso y con final ocurrente: los microrrelatos.
Ayer le encontré abstraído con los ojos fijos delante del tocho. Me lo quedé mirando un buen rato. Hasta que no pasé mi mano por su cara no reaccionó.
– Déjame que estoy pensando. Me dijo.
– ¿Pensando?
Mi duda lo ofendió tanto que discutimos y se retiró desairado a su rincón de escribir.
Esta semana ha empezado a leer “El hombre sin atributos” de Robert Musil.
Se ha vuelto a quedar ensimismado con la mirada perdida en un abismo de ideas y pensamientos.
¿En qué mal momento se me habrá ocurrido bromear con el título?
No quiero imaginarme lo que estará escribiendo que hasta los folios huyen presurosos a esconderse por miedo a ser emborronados con su infumable pluma.
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Texto presentado en Enero de 2022 al XI edición del Concurso de Microrrelatos “Microconcurso La Microbiblioteca”
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PREVISIBLE
Es el segundo verano consecutivo que mi marido se ha quedado en casa Ha dedicado su tiempo a leer, pensar, discutir y escribir. Por este mismo orden.
Empezó con las joyas de Tolstoy y Dostoyevsky de la edad de oro de la literatura rusa.
Extrañada le observaba enfrascado detrás de aquellos imponentes tomos y percibía que su lectura no le era fácil, además toda una rareza en él, que hasta entonces únicamente había mostrado interés por lo corto, conciso y con final ocurrente, el microrrelato.
Cuando lo veía abstraído con los ojos fijos delante del tocho, si le decía algo, me respondía siempre lo mismo: estoy pensando.
_ ¿Pensando? _
Mi duda le enfadaba y discutíamos hasta que desairado se retiraba a su rincón de escribir.
Esta semana ha empezado a leer “El hombre sin atributos” de Robert Musil.
Lo miro. Está ensimismado con la mirada perdida en un abismo de ideas y pensamientos.
¿En qué mal momento se me habrá ocurrido bromear con el título?
Ahora no quiero imaginarme lo que va a escribir, que hasta los folios en blanco se esconden por miedo a ser emborronados con su infumable pluma.
200 palabras sin contar el título y debe de inclui: oro, joya/joyas. No seleccionado.
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