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Derechos y obligaciones Cosas de testamento Concurso microrrelatos de abogados

DERECHOS Y OBLIGACIONES




Por ser del género femenino para un misógino autoritario en mi fracturada familia, tuve que hacer frente, sola, como hija cuidadora, a todas las necesidades.
Bien es verdad que ello no me representó ningún problema, sino al contrario, me reconfortaba tener la oportunidad de demostrar el cariño y el agradecimiento hacia el ser que me había dado la vida. Hasta su fallecimiento.
Después, intentar conciliar las diferencias en los temas de herencia, me hubiera sido muy difícil de no ser por la mediación de mi abogada. Mi interlocutora para salvar la barrera de la incomunicación. Fue el escudo tras el que protegerme del despotismo familiar a la hora de repartir los bienes.
Defendió dentro de la estricta legalidad lo establecido en un testamento. Todo se repartió a partes iguales. Bueno, todo, menos las obligaciones, que para eso ya no había remedio.

Basado en hechos reales...
Relato seleccionado en el Concurso de Microrrelatos de Abogadosdel mes de Octubre. Publicado en la web de Abogacía Española. 17 de octubre de 2017
Palabras obligadas a incluir: género, iguales, conciliar, barrera, oportunidad
Foto de internet.
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COSAS DE TESTAMENTO


Ella me sorprendió. Me insistía. Decía que era un pensamiento meditado con el tiempo. Sabía que estaba cerca su ocaso y tenía prisa en arreglar el tema antes que se precipitara lo peor. Quería dejar sus asuntos mejor atados. Más justamente distribuidos. Me pareció bien y la ayudé a llevar a cabo su petición. Se hizo su voluntad ante el notario.
Mis pensamientos ardían en un bullir de ideas desde que aquella decisión ajena alterara mi vida. Durante aquel tiempo, mi corazón me decía que aquello me beneficiaba en su totalidad, y que daba su merecido al cerdo por San Martín, pero que no me convenía, que era arriesgado dadas las reacciones violentas que podría generar en la maldad de la persona afectada.
De nuevo al notario.
Lo dejamos todo como al principio: a partes iguales. Renuncié a bienes materiales con tal de vivir tranquila porque la paz interior no tiene precio. En los trámites tras el deceso y antes de abrir el acta de últimas voluntades, el gestor de la familia, viendo las fechas tan seguidas de los testamentos, creyó que había pasado todo lo contrario, que se habían puesto los bienes a mi favor (el que mal hace, mal piensa) y, ante su advertencia, tuvo que ser mi abogada quien pusiera en su conocimiento lo verdaderamente ocurrido: Si no hubiera sido por mí, sí que se hubieran quedado desheredados.
Es lo que se merecían. El último día que los vi, sudando como pollos, se llevaban, frotándose las manos, su lotes.
¡Qué asco! Derechos todos, obligaciones ninguna.

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