No estando tú

Mamá yo no te olvido.

Miro tu casa desde la calle y veo las persianas cerradas, la terraza vacía y en su interior, desde que te fuiste, para mi no hay vida,  en tu casa se detuvo el tiempo para siempre y solo quedan los recuerdos.

Todo terminó. 

Desalojé tu casa. pero yo sé que... no estando tú, la materia no vale nada.

Algunos muebles acabaron como un desecho en un contenedor, donde va a parar lo que no sirve, los trastos viejos que estorban. Lejos. Algunos otros, los que dicen que tenían mas valor: sillerías isabelinas, cornucopias, espejos, lámparas centenarias, se los llevó un anticuario a cambio de nada, "por hacernos un favor". Después los vi en venta en el mercadillo de los Encantes a precio elevado. Y tantas otras cosas como objetos de plata, obras de arte, grabados, dibujos, piezas antiguas...etc,  se pusieron en lotes para el reparto de herencia. Esta fue la única gestión de la que yo no me encargue. Estaba tan triste, tan agotada, tan estresada con todo que no fui capaz de luchar por objetos que son solo materia.  Y que ahora yo misma  me dedico, sin intermediarios, a vender.

Pero yo sé que... no estando tú, esa materia no vale nada.

En tu casa el tiempo se paró cuando dejaste el sofá color malva, la mesa camilla de faldas estampadas, el butacón con el almohadón hundido, al lado del teléfono, donde esperabas mi llamada cada tarde, en los jabones de lavanda que perfumaban tu ropa.... El tiempo se paró en tu dormitorio, donde sentirías muchas veces la soledad y el vacío añejo en el lado derecho de tu cama. Se paró el tiempo en la libreta que dejaste con el punto de página que te bordé en tela de seda y bajo la funda de las gafas que ya no te servían para tus ojos cansados. Se quedó el tiempo quieto en los objetos más simples que sobrevivirán aún después de haberte ido para siempre, como el vaso de agua sobre la mesa que tal vez calmara tu sed en un último sorbo o las migas del pan que aquel día te alimentó.

Pero yo sé que no estando tú, esa materia no vale nada.

Durante mucho tiempo conservé todo tal como tú lo dejaste. Iba a tu casa, recogía el correo, sentía el olor de tus cosas, y mi mirada se detenía en la caja de metal dorado de tu abuela con su nombre grabado: Aurora; en la máquina de coser con la que confeccionaste tantos sueños y muchas veces tan poco reconocidos. Mi mirada se detenía en el mantel de encaje desencajado, regalo de una amiga que se fue antes que tú, y sobre tu tocador, veía las pulseras centelleantes y las perlas, el signo de tu coquetería que has mantenido hasta el final. Miraba los espejos que se jubilaron con tu ausencia, porque ya no reflejaron nunca más tu silueta. Y los vestidos en tus armarios, tus zapatos, todas tus pertenencias que mantenías en delicado orden.

Ellos y yo, cuántas veces hemos llorado tu ausencia al intuir que no regresarías.

Pero yo se que...no estando tú, esa materia no vale nada.

Tu casa quedó vacía. Las paredes desnudas, tatuadas por los contornos de los cuadros como sombras de su existencia. Todo inerte como tantas imágenes de fotos que llenaron tu vitrina, de aquellos que decían quererte y nunca lo demostraron cuando eras ya viejita. Las bombillas pendían de un hilo desarropadas sin el cobijo de sus mamparas. El salón en penumbra, como siempre, porque tus ojos de delicada mirada no toleraban la luz exterior porque hacia aumentar tu ceguera. Ante esas paredes huecas te he llamado sabiendo que el eco de mi voz, reverberando en las estancias vacías, llegará a donde tú estés.. 


Cuando me asomé a la terraza por última vez, vi a la gente transitando ajena a la tristeza que me embargaba, igual de ajenos que aquellos que necesitabas cerca en la soledad de tu vejez y solo te mostraron indiferencia y desapego. Tu propia familia. Mi propia familia que me dejaron sola contigo.








Todo acabó en aquel hogar que no estando tú se llenó de silencio. Aquel hogar de tus alegrías y de tus tristezas; de tu compañía y de tu soledad; aquel hogar que tanto cuidabas conservando todo con mimo; aquel hogar al que un dia ya no volviste.

Cerré la puerta. Y el dia que entregué las llaves de tu piso, todo para nosotras acabó. Ya es historia.


Pero esa materia no estando tú no vale nada.

Y ahora, mamá, tengo un montón de cosas que me has dejado en el lote de lo que llaman herencia. Demasiadas. Hay tantas que no me interesan. Otras sin embargo me reconfortan, como el transistor que te ronroneaba en la cama por las noches al acostarte, las muñequitas antiguas en la bañera con gorritos estampados y pompas de jabón, el jarrón de tu abuela que quisiste tener contigo hasta el final, … eso que yo sé que no estando tú es materia y no vale nada, pero me recuerda tanto a ti que si lo quiero.

Me reconforta todavía más, haberte acompañado hasta el final, tener un espacio profundo donde guardo tu mirada, tu sonrisa, tus recuerdos, tu coquetería,  aquellas ganas que tenías de verme, la ilusión de irnos a comer huevos fritos, tus últimas caricias, el eco de tu voz cantando conmigo en las últimas horas del adiós, ese espacio profundo se llama corazón. 
En él guardo lo que nos hemos regalado en vida.
Y eso no es materia. Lo que guardo de ti, dentro de mi,  es lo que tiene más valor, lo que vale TODO.









 Mamá, yo no te olvido, siempre estás en mi pensamiento...

6 de febrero de 2024
Playa de Adarró







*******************************************

VOLVER AL INICIO DEL BLOG 

Entrada destacada

Abre tu puerta niña que ya no hay miedo. Recitado

RECITADO:  Texto de Anna Jorba Ricart. Abre tu puerta niña- Voz de Anna Jorba Ricart Puedes escuc...

AQUÍ PUEDES VER TODAS LAS ENTRADAS POR TÍTULO