Reencuentro



Aquel día amaneció especialmente radiante. A la hora prevista acudí a la cita en el muelle de L'Estartit desde donde partiríamos con la barcaza hasta las Islas Medas, una joya de mi Mediterráneo. Acababa de pisar la cubierta cuando presentí que aquella experiencia sería única. Y así fue. Sumergirme en las aguas y contemplar el espectáculo que me regalaba el fondo marino me pareció sublime. El silencio sólo roto por mi respirar acompasado tomando oxigeno y la sensación de plenitud que, como una caricia, como un cálido abrazo me hacía sentir el agua, me confortó en aquel reencuentro con mi padre que, desde hacia muchos años, descansaba en ella.











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