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Nadie quiere leer tu mierda Mi punto de vista


Nadie quiere leer tu mierda...

Como 1º lección para un aspirante a escritor.
Leído en Principia Marsupia de Alberto Sicilia , en una crónica del diario Público, escuchado en una conferencia de Steven Pressfield. Autor de La guerra del arte. (2012)

Nadie quiere leer tu mierda.
Permite que lo repita. Nadie -ni siquiera tu perro o tu madre- tiene el más mínimo interés en tu blog o tu novela.
No es que la gente sea mala o cruel. Simplemente están ocupados.
Nadie quiere leer tu mierda.
En la industria de la publicidad, existe un fenómeno llamado el “Síndrome del Vendedor”. Todo vendedor está enamorado de sus propios productos. El error que comete es creer que porque él esta enamorado de sus productos, el resto del mundo también lo estará.
El resto del mundo no sabe lo que tú estás escribiendo y tampoco le importa. Tus potenciales lectores están ocupados con los asuntos de sus vidas y no tienen tiempo para leer esa obra maestra de la que te sientes tan orgulloso.
¿Cuál debe ser tu respuesta ante esto?
1) Reduce tu mensaje a su forma más simple, clara y fácil de entender.
2) Hazlo divertido. O sexy, o interesante, o informativo.

Cuando comprendes que nadie quiere leer tu mierda, tu mente se concentra. Sólo entonces, empiezas a entender que la escritura y la lectura son, ante todo, una transacción. El lector te ofrece su tiempo y su atención, los dos regalos más valiosos que un ser humano puede ofrecer a otro. A cambio, tú, el escritor, debes devolver algo digno de lo que se te ha regalado.

Cuando comprendes que nadie quiere leer tu mierda, desarrollas empatía. Adquieres el don más valioso para cualquier escritor: la habilidad de cambiar la perspectiva desde tu punto de vista al punto de vista del lector. Aprendes a cuestionar cada frase que escribes: ¿es interesante? ¿es divertida? ¿es osada? ¿Estoy dando suficiente al lector? ¿se estará aburriendo? ¿estará siguiendo el argumento?

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Será esto lo que pasa que cuando publicas en las redes nadie es capaz de hacer una crítica constructiva. Dan al me gusta y a seguir.
A veces me pregunto si este es el precio de publicar en las redes: compartes algo y lo único que recibes de vuelta son “me gusta” y nuevos seguidores.
Claro, no voy a negar que esas interacciones se agradecen, pero en el fondo dejan una sensación extraña. Falta algo más. Falta ese comentario que te diga “oye, me gustó por esto” o “quizás podrías verlo desde este otro ángulo”. Falta una crítica constructiva que no solo acaricie el ego, sino que también nutra el contenido y lo haga crecer.
Durante años tuve desactivados los comentarios en este blog. Aun así, siempre he agradecido cada visita, cada lector silencioso que pasa por aquí. Pero llega un punto en el que tanto halago vacío cansa.
Es como si te envolvieran en jabón: suave, agradable al principio, pero resbaladizo, sin sostén, sin raíces. No se trata de pedir aplausos ni tampoco de invitar al juicio destructivo. Lo que echo en falta es la conversación sincera, esa palabra que cuestiona, que propone, que aporta. Porque al final, lo que más valor tiene en un espacio como este no son los “me gusta”, sino las voces que se atreven a dialogar con lo que uno escribe.
Quizás por eso hoy más que nunca creo que necesitamos menos botones y más palabras.




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