Contra el olvido de Google de mi blog SOY ELLA.
Google, escucha bien: no vengo a pedirte permiso. Vengo a romper tu silencio con las manos manchadas de memoria. Has llamado a mi blog irrelevante. Yo lo llamo refugio. Un blog sin títulos llamativos, sin trucos para seducir a tus arañas, sin palabras vestidas para gustarte. Es mi rincón donde las frases tienen olor, donde las comas respiran, donde la verdad cabe en dos párrafos o en una foto.
Recuerdo cuando lo creé, un día cualquiera, hace algunos años, siguiendo hilos invisibles hasta caer en tus páginas. He hablado de arte con Enric C Ricart, de música de todos los continentes, de Historia de la Música, de Guinea, donde nací; albergo microrrelatos que en su día presenté a concursos con gran satisfacción, he recitado mis textos, he dedicado a la gente cercana y a la gente tóxica palabras de amor y desamor, a personas de este mundo virtual, etc.; he hablado de la lluvia que olía a infancia, de un abrazo que duró menos de lo que merecía y, en estos últimos meses, de mi cáncer, etc, etc.
Palabras que no pedían nada a cambio, solo existir. Y un día, hace un par de meses, me entero de que tú, Google, lo has borrado de tu mapa.
Me devuelves el eco frío de “No se han encontrado resultados”. Lo has enterrado bajo toneladas de contenido vacío, como si no mereciera ocupar espacio en tu imperio de datos, como si el valor se midiera en tráfico, clics y estadísticas. Y yo estoy aquí para recordarte que hay cosas que escapan a tus números, que respiran fuera de tus listas y que no necesitan tu permiso para existir. Ese blog, mi blog, no ha estado optimizado para ti. ¿Acaso no te das cuenta de que yo no escribo para ti? Y tal vez para nadie o tan solo para mí.
No incluí palabras que tus máquinas consideran mágicas. No tenía banners, ni esquemas, ni frases cortadas para encajar en tus fragmentos destacados. Solo tenía vida.
Pero aquí estoy metiendo las manos en tus archivos muertos, buscando en la carne de internet, levantando capas de polvo binario. No voy a dejar que lo tragues del todo. Hoy no me importa si me das cero resultados. No me importa si para ti ya no existe. Yo lo voy a reconstruir letra por letra, palabra por palabra, aunque solo yo lo lea, como quien recompone un rostro a partir de fragmentos.
Tu algoritmo no entiende que lo pequeño también puede ser eterno. Que un blog, aunque no tenga visitas, puede salvar una vida. Que la belleza no necesita “posicionarse” para ser belleza. Tú eres un mapa, Google. Pero yo llevo este territorio en la piel. Y mientras yo y/o alguien lo recuerde, no estará perdido.
EMPEZAR DE NUEVO (entrada en mi blog con recitado del texto)
Ese blog era prueba de que internet podía ser humano, y ahora tu silencio lo ha convertido en un fantasma. Pero no pienso rendirme. Que lo sepas.
UN DIA GOOGLE ELIMINÓ MI BLOG
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