Libertad sin miedo
Con la idea de superar el miedo con la reivindicación de una vida libre de violencia y maltrato.
MIEDO RECITADO
Puedes escucharlo en:
- AUDIO DE MIEDO en ESTE ENLACE
- AUDIO de Miedo en AUDIOLECTURAS en este enlace Publicado por Nerim (Jone Mirém Asteiza) programa nº 12 en el minuto 29:24
Me gusta jugar contigo como hace mamá. Ella se pone contenta cuando vienes a casa. Cuando os encerráis en la habitación, me asusta si la oigo gritar, me parece que le haces daño como hacía papá, pero...contigo se ríe tanto.
Oye, cuando lo arrastraste manchando de sangre el suelo no se despertó, a lo mejor tenemos suerte y no vuelve nunca más a darnos miedo.
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- Relato publicado en audiolecturas. Puedes escuchar el programa nº 12 de Nerim (Jone Mirem Asteiza) : EN ESTE ENLACE AQUÍ en el minuto 27:55
- Texto (2) presentado en Biblioteca Esteve Paluzzi en marzo de 2013
La habitación de costura es mi refugio, donde mi marido nunca entra, por eso, en un cajón de la Singer de mi madre, guardé la carta. Aquella tarde, cuando llamó desde casa de su amante, no me paralicé y se lo dije a bocajarro. Su reacción no fue violenta como de costumbre. La aceptó sin amenazas. Esto me extrañó. Llamé a mi abogada para que agilizara los trámites de nuestra separación. Tranquila me puse a coser. Oí el ruido de las llaves de la cerradura. Me asusté. Quedé inmóvil. Sus pasos eran inconfundibles, mi miedo el de siempre. No recuerdo más. Un puñal clavado en mi espalda me dejó inconsciente.
Mi recuerdo más sentido a Nerim. (Jone Mirem Asteiza) con mi deseo de que descanse en paz.
CARTA DELATORA (2)
Mi marido en la habitación de costura nunca entraba, por eso en un cajón de la Singer de mi madre, guardé el sobre con la carta. Esperaba su llamada desde Bruselas, donde imaginaba que se encontraba con su amante. En esta ocasión, no me paralicé y se lo dije a boca jarro. Su reacción no fue violenta como de costumbre. Aceptó sin amenazas. La evidencia de la carta lo acusaba tan directamente que no puso resistencia alguna. Quedé tan extrañada. Llamé a mi abogada para que agilizara los trámites de separación. De repente, oí el sonido de las llaves de la cerradura. Me asusté. Sus pasos eran inconfundibles. Mi miedo el de siempre. Caí en la cuenta que el numero desde donde llamó era el de su móvil y podría no haber salido de la ciudad. No recuerdo más. Un puñal clavado en mi pecho me dejó inconsciente.
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