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Reflexiones sobre el tiempo y la vejez

Reflexiones sobre el tiempo, la vejez y …

la esperanza en el futuro

El tiempo guarda respuestas que el corazón a veces teme escuchar. Esta reflexión poética sobre el destino y las consecuencias de nuestras decisiones invita a mirar el pasado sin miedo y a sembrar esperanza en el futuro. 
"No es que tengamos poco tiempo, es que lo perdemos mucho" Cicerón

 

Mi querido tiempo, eres fruto de una razón que germinó en lo invisible, consecuencia inevitable de una causa que aún resuena en mi memoria y en la memoria tuya. No ignoro tu origen: sé de dónde vienes, aunque quisiera negarlo. Sufro tu efecto como quien enfrenta las consecuencias de sus decisiones, como quien descubre en su propio destino los ecos de un ayer escrito en silencio. 
Ya escribí en esta entrada a mi blog en: "CUANDO LA AMISTAD SE HIZO SILENCIO"

Quiero pensar que no existes, que eres apenas un error, un desacierto pasajero en la ruta de mi vida. Pero eres sabio y paciente, nunca callas: respondes con exactitud sobre los renglones del pasado, mostrando que lo que hoy vivimos es apenas la consecuencia de lo que ayer sembramos. Esta reflexión sobre ti y la vida me recuerda que cada instante es causa y efecto, un eslabón en la cadena del destino.

La vejez llega entonces como testigo de esa cadena, no como derrota, sino como el libro abierto donde la experiencia se escribe con arrugas y silencios. Como decía Simone de Beauvoir, “la vejez no es un momento de depresión, sino de acumulación de experiencia y lucidez”. En ella se revelan los aprendizajes que tu, tiempo,  sembraste en secreto: la certeza de que los errores también construyen, de que cada paso torcido dejó una lección escondida, y de que la memoria es un jardín donde florecen tanto las heridas como los aciertos. 
La vejez nos enseña que mirar hacia atrás no es un peso, sino una forma de comprendernos, de reconciliarnos con lo que fuimos y de honrar lo vivido.

Hoy eres presente, peso y herencia de lo andado. Pero también eres sabiduría acumulada, voz madura que me recuerda que aún en la última estación de la vida, en mis manos sigue estando el poder de escribir lo que vendrá. A partir de ahora, con cada palabra y cada acción, siembro un mañana distinto, más claro, más luminoso. Allí nace mi esperanza: en la certeza de que el futuro no está del todo escrito, sino que se construye en este instante. 

Reflexionar sobre el tiempo, la vejez como experiencia y la esperanza en el futuro me revela que incluso en medio del dolor, siempre existe la posibilidad,  de comenzar de nuevo.
Ya lo he escrito  y recitado con anterioridad en este blog en: EMPEZAR DE NUEVO

Seguiré escribiendo, porque la escritura me reconforta, me guía y me permite transformar los recuerdos, los errores y los aprendizajes en luz para el mañana. Reflexionar sobre el tiempo, la vejez como experiencia y la esperanza en el futuro me revela que incluso en medio del dolor, siempre existe la posibilidad de continuar y crear algo nuevo.
Lo seguiré haciendo en mi blog en:  "LA COFRADIA DE LA ESCRIBIENTE"

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