Cuando la amistad se hizo silencio
A una amistad que la muerte silenció, dejando tras de sí un vacío lleno de recuerdos. Resuena en la memoria y en estas paginas.
TIEMPO Y SILENCIO
LA LINEA MARCADA
Un muro marcó el lugar donde debía quedarme.
Con él nació la ausencia que negó la palabra, la mirada, el consuelo...
Me abrió un abismo despiadado.
Respeto, fue la exigencia severa.
Cruel en la desproporción.
Y la otra con un velo de falsos cuidados,
me dejó, de puro silencio, las lágrimas enquistadas
enquistadas de puro silencio.
Pidió RESPETO.
Y respeté. Sin entender la vida.
Pero no me engaño
quien puso el muro contigo
te empequeñeció,
te dividió
y te aísló.
Esa fue ella.
Nunca la perdonaré.
Y tú también.
Tú ya no estás.
Pero si el muro
que nos encerró,
nos aisló
nos dividió.
Ya para siempre.
DISCUSIÓN
En aquella discusión creí tener razón y traté de defenderla con vehemencia; sé que levanté el volumen de mi voz y desaté las iras.
Tú y yo nos dijimos cosas sin pensar.
Estaban en la recámara de nuestros temas no resueltos del pasado.
Después, el silencio.
Silencio absoluto.
Después, indiferencia.
Dolor. Mucho dolor interno.
Ella, que como siempre sumó su ira hacia mí, vomitando rabia por su boca, con su rostro encendido y sus venas regurgitadas, lejos de querer defenderte, te hundió y nos hundió aún más en nuestro abismo.
Ahora ya para siempre.
Tu ausencia no ha dado tregua.
Sin ti no hay retorno.
Y a ella... No voy a dar margaritas...
LAS CONSECUENCIAS
Mi interior se rebela.
El rechazo agotó el mínimo atisbo de conciliación que pudiera quedar.
El rechazo agotó el mínimo atisbo de conciliación que pudiera quedar.
No querer verme y la fatal influencia de quien te acompaña desencadenaron un adiós infinito.
Aunque el vacío en nuestra historia hacía tiempo que se escribía, ahora si que el último renglón, quedará en blanco para siempre.
EPITAFIO
Somos el olvido que seremos de Jose Luis Borges
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.
Jose Luis Borges
QUEDÓ EN NADA
Hice de cada instante de amor
un mundo eterno.
Así alimenté el alma.
Pendiente de llenar
tu espacio,
enriqueciendo
a la par mi vida,
se me escapó el tiempo.
Siento escalofríos
al pensar
que solo eres huella
en el abismo del olvido.
Comentarios