Es posible sentirse feliz en el reconocimiento. Hoy me siento así.
Una trayectoria de día a día, en la que haciendo lo que me gusta, con disciplina voluntaria y ocupando el tiempo que dispongo. Y.... me regala una compensación.
RECAIDA
Me gusta ser puntual.
Hoy, minutos antes de empezar la clase, he tenido tiempo de tomar café en el jardín de la escuela de escritura. Todo bien, hasta que al entrar en la sala contigua para dirigirme al aula, he sentido miedo. El suelo es como un tablero de ajedrez igual al de casa de mi bisabuela y me he acordado de la leyenda que de niña me contaba: “Ten cuidado de no pisar los cuadros negros que si dejas marcas se vuelven peligrosos”. Temerosa he cruzado la estancia, consciente de mi actitud grotesca, tratando de saltar por las losetas blancas. No quisiera volver a deslizarme por el túnel de la inseguridad, ni sentir ansiedad como cada vez que tengo que enfrentarme a situaciones en las que pongo a prueba mi capacidad. De repente un vértigo me hace caer en el vacío. Todo es oscuridad. Oigo el silencio absoluto. Tan solo recuerdo que di un traspiés.