EN EL CENTRO DE MI VIDA HAY UN GINKGO BILOBA
Dedicado a Laura Del Pozo Alonso
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En esta cálida mañana de primavera con mi desayuno en mano me dirijo al jardín para sentarme en la glorieta de flores junto a la fuente de los pájaros y respirar la quietud que tanto me levanta el ánimo.
Quedo extrañada de que no vengan a saludarme al instante y Bobby y Lola que siempre al primer ruido están trasteando entre mis piernas.
¿Qué perrería habrán hecho estos dos cachorros desbocados?
Al acercarme a la fuente veo que las macetas del rincón están por el suelo y el parterre lleno de tierra y pienso enseguida en Bobby y Lola. Me brota una sonrisa.
Con razón con el sexto sentido que tienen estos animales, seguramente alertados por su propia fechoría canina, esta mañana mis labradores no vienen a saludarme. Al lado de los pares de zapatos que se han comido, de los bordes de mis sofás de mimbre triturados, de los tiradores del mueble zapatero hechos trizas, de alguna vasija rota y las toallas alfombras en el suelo junto con las piedras de las playas de Gandía, de los guijarros del río que daban soporte a la fuente o de los boquetes que cavan en el bancal, bueno, bueno, bueno, para qué seguir si estas travesuras a fin de cuentas son cosas de perros.
Lejos de enfadarme me alegra.
La mirada de ternura que me regalan cada día y la alegría que han traído a esta casa me compensa. Thor mi viejito está feliz ejerce de hermano mayor y adoptado a los cachorros, poco a poco el también va recuperando la actividad tras la apatía que le produjo las ausencias de esta casa y para mi misma ellos son también una terapia.
Pienso que mi niño y Baby en su cielo reirán a carcajadas contemplando, desde su privilegiada atalaya, lo que aquí sucede. Como me he vuelto abuela consentidora me siento tranquila en el banco al pie de la fuente a tomar mi desayuno. Lo demás que espere, todo se andará, que hay tiempo.
Observo en el jardín el ginkgo biloba en el centro y sus ramas que se asemejan a un corazón, los pensamientos multicolores, los plantones de espliego en el arriate con forma de huevo, las hortensias, los romeros rastreros y los tomillos, los esquejes de rosales prendidos y brotados, el geranio rojo, la mariposa blanca que revolotea al borde del agua y este pajarito que no se asusta de mí y se aproxima con su delicado trino.
No puedo sentirme sola.
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Laura Del Pozo Alonso y Anna Jorba Ricart |
Nunca supe por qué dejamos de comunicarnos. Tú sabrás.