La vida es como un bumerán:
todo lo que lanzas,
tarde o temprano regresará a ti.
La decepción me ha llegado con un burofax. Un golpe a traición. Una absoluta injusticia.
Por un momento sentí que mi mundo, ya delicado tras la enfermedad, se encogía; que esa demanda sería un cristal hecho añicos que no sabría recomponer. Pero ahí, en la herida abierta, ha revivido algo poderoso en mí: la serenidad.
SOBREVIVO A UN BUROFAX
He aprendido a ver, a nombrar, a no justificar lo injustificable. He aprendido que tú, torpe, limitada y rebelde, no defines mi valor; que tú, soberbia y arrogante, no sabes ni un ápice de quién soy yo; y que tú, perro faldero, que sigues órdenes sin dignidad, solo me das lástima. Ninguno merece mi atención, ni mi tiempo, ni mi palabra, nada de mí. Solo os interesa mi dinero, que lo exigís como si fuera vuestro derecho. Y justo os habéis topado conmigo, que a mí, a estas alturas de la vida, es lo que menos me importa. ¡Que os aproveche! Ni con mi dinero vais a poder llenar vuestro vacío sin fondo.
Después del mal trago, de tal desmesurada estafa, me descubro más sabia, más valiente. Avanzo en mi mundo de paz, y en ese avance está mi victoria: voy a seguir siendo llama viva en mi entorno y en mi hogar. Y vosotros, hundiros en la amargura que os va a seguir acompañando día tras día.
*** Un relato de resiliencia ante la injusticia, transformando el dolor en fuerza y serenidad.***

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