Un dia me presenté por primera vez a un concurso literario. Me estimulaba probar suerte. A partir de ahí repetí veces y veces. Sin éxito.
Mis escritos quedaron, una y otra vez, en el abismo de la indiferencia, pasaron los certámenes sin pena ni gloria.
Pero si de algo me sirvió, fue para agudizar mi ingenio.
Ahora soy yo, quien los convoco.
Me llegan textos a cientos.
De premio regalo una ilusión.
Son los otros quienes se rompen los cascos intentando ser originales, mientras yo me apropio de sus ideas, que pasan a ser mis musas para el libro que, en breve, voy a publicar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes comentar que intentaré responder lo antes posible, Gracias