Podría haber contestado con argumentos para demostrar su absurda apreciación, pero no lo he hecho, ni lo haré. Cada uno en su casa o blog, hace lo posible por sentirse mejor en absoluta libertad, por ello, ese comentario no ha salido a la luz pero si me ha acelerado una reflexión que vengo haciendo desde hace tiempo.
Reconozco que comentarios, es cierto, tengo pocos, entre otras cosas, porque no los alimento como se alimentan en la mayoría de los blogs, por complacencia. Eso ya pasó, era otra época y tenía otras necesidades. Ahora comento cuando me apetece, cuando tengo algo que decir, cuando leo con calma las entradas, cuando quiero hacerme presente en algún blog, sin necesidad ni obligación de devolver los comentarios que antes me han hecho a mi. Ese “toma y daca” me tiene harta y también me hace perder tiempo.
Para los que habéis entrado a saludar, a contrastar opiniones, a dialogar y a enriquecer la conversación virtual, está dedicada esta entrada y mi agradecimiento.
Los que me conocéis desde hace tiempo, incluso desde mis anteriores blogs, sabéis que soy una persona muy inquieta en el mundo virtual, (me consta que ha sido para algunos una molestia) que cualquier día recojo los bártulos, los cambio de sitio y me voy para otra dirección. Esto no tengo previsto hacerlo por el momento. Pero es evidente que para descansar e ir al ritmo que quiero, hay cosas que me sobran porque me obligan demasiado y me ocupan tiempo por estar pendiente de ellas y además inútiles como lo fue el botón de Google+, ya desaparecido, totalmente frío e impersonal, que lo usamos solo para que detectara nuestra presencia, nuestro paso rápido por una entrada. Un toque a ese botón y parecía que esa era toda la comunicación. Ni lo quiero para mi ni lo quiero para los demás.