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Moli también descansa Con Puchi y Ruf

Moli también descansa Con Puchi y Ruf




Moli al centro, con Puchi y Ruff

Ayer me enteré de la muerte de Moli, una de las perras de mi amigo Miguel Ángel.
La noticia me embargó de emoción, una mezcla de tristeza y alivio: tristeza por la despedida inevitable de un ser querido y alivio porque, sabiendo lo delicada que estaba, ahora descansa en paz.
Como dijo Anatole France:Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida”.
Moli dejó despierta esa parte de nosotros que sabe amar sin condiciones. Moli se ha ido a ese lugar que los que amamos a los animales llamamos “el cielo de los perros”, un paraíso donde los perros buenos corren libres, reciben caricias infinitas y nunca sienten dolor.
Allí, estoy segura, la esperan mis queridos Puchi y Ruf, compañeros de juegos y travesuras. Juntos corren entre nubes de luz y hierba interminable, felices y tranquilos, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para ellos.
Recordar a Moli es recordar a los mios,  abrir un libro de instantes luminosos: su mirada llena de lealtad, su alegría contagiosa, esas pequeñas costumbres que dejaban huella en quienes los queríamos.
Cada salto, cada roce de su hocico, cada sueño compartido se convierte en un tesoro que guardaremos, porque aunque los cuerpos se vayan, el amor permanece.
Como escribió Victor Hugo:No hay nada más poderoso en la vida que la memoria de un amor”. Nosotros no los olvidaremos.
Ellos viven en nosotros, en cada recuerdo, en cada sonrisa que nos regalan al evocarlos.
Moli, Puchi y Ruf forman un pequeño rincón de luz que siempre nos acompañará, una constelación de ternura que ilumina incluso los días más grises. Y en esta tristeza se encuentra también una alegría silenciosa: la certeza de que su amor nos sigue, eterno, invisible, pero tan real como la brisa que nos roza el rostro. Porque, al fin y al cabo, los que amamos a los animales sabemos que su huella no se borra: ellos nos enseñan a vivir con intensidad, a reír con libertad y a llorar con gratitud.
Y cuando recordamos sus vidas, nos damos cuenta de que, aunque hayan partido, su luz nunca se apaga.

 

Prudencio G. Uriel, dedicó a Antonio Gala, a la muerte de su perro, Troylo, las siguientes palabras:


Un perro nada más, un can, un chucho,
algo que es casi nada en estos tiempos,
donde la vida humana se desprecia
a golpes de terror insatisfecho
y sin embargo, amigo ¡cómo duele
la noticia cruel de que te has muerto!.

Alguien que puso el alma en tus caricias,
que supo interpretar de tu silencios,
todo el amor oculto de las cosas,
nos transmitió su propio sentimiento,
haciendo de tu dócil compañía,
el símbolo más fiel de lo perfecto.

Te dio voz, te dio alma, te dio vida
Más allá de los límites de un perro
para darnos contigo muchas cosas
que, con los propios hombres, se perdieron.

Enterrado a la sombra de ese olivo
donde tu amo y señor te dejó yerto,
dime Moli, ¿de donde nacerán
las palabras divinas, los ejemplos
que, semana a semana, nos llegaban
de la mano amorosa de tu dueño?

Tendremos que esperar resurrecciones
cuando tanto dolor lo pudra el tiempo
y venga la ilusión de darte vida
a encarnar en la imagen de otro perro.

No importa que su nombre sea otro,
será continuación de tu recuerdo
y seremos con él, como contigo,
amorosos y dulces compañeros.

Lo que importa es que el amo no te entierre
definitivamente, bajo el suelo
por donde van sus pasos cada día,
y sepa comprender que el paso nuestro
necesita de perros prodigiosos
que guíen hacia el bien nuestros deseos.

Ánimo, domador de los instintos,
intérprete genial de un universo
por donde los ladridos se confunden
con el latir del corazón más tierno,
y vuelve con nosotros cuanto antes
para evitar que se nos quede dentro
esta muerte que pesa como en lomo
sin el calor humano de tu perro.


Y esta canción de Alberto Cortés:

Callejero


...Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó;
se bebió de golpe todas las estrellas,
se quedó dormido y ya no despertó.
Nos dejó el espacio como testamento,
lleno de nostalgia, lleno de emoción.
Vaga su recuerdo por los sentimientos
para derramarlos en esta canción.


En este enlace encontrarás bellas crónicas de los perros Moli, Berto y Gumi…de Miguel Angel.

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