Hasta que la muerte nos separe
Ya te dije Porky, que esta mujer y su cómplice, con esos disfraces, no nos traerían nada bueno.
—Tienes razón Piggy. Nunca debimos abandonar la granja y menos por la fuerza.
Nos gustaba retozar en el barro, oler los purines y el aroma de nuestras partes pudendas con nuestro hocico amoroso en nuestra cola de sacacorchos.
A mí me encantaba verte gorda y tú a mí, cerdo, pero que muy cerdo.
Nacimos sabiendo que nuestro destino era morir abiertos en canal, socarrados y descuartizados, a no ser que la humanidad entera se volviera vegana. Impensable. Quiénes iban a querer renunciar a tus butifarras, a mis chorizos, a nuestros jamones, a las morcillas, pancetas y morcones…
—¡Ay mi querida Piggy! ¿qué vamos a hacer ahora? Estos dos se han dicho:” contigo pan y cebolla…”
Con lo que nos gustan los excrementos y las bellotas, vamos a morir todos de hambre.
Para los viernes creativos