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La importancia del cinco. Video Dedicado a Elena Casero

LA IMPORTANCIA DEL CINCO


LA IMPORTANCIA DEL CINCO

Aristóteles creía que el mundo estaba creado por cinco elementos: agua, tierra, aire, fuego, y éter o espíritu. Hay cinco continentes. Tenemos cinco sentidos. Cinco dedos útiles en las manos y cinco en los pies. Hay flores rosáceas con cinco pétalos. Estrellas de mar con cinco brazos. En la religión india del Sijismo hay cinco grandes vicios: lujuria, ira, avaricia, orgullo y egoísmo. El pentagrama es un lienzo de cinco líneas sobre el que se crean excelsas melodías. Una estrella de cinco puntas es un amuleto de buena suerte. El logotipo de los Juegos Olímpicos entrelaza cinco círculos. Las vocales son cinco. Incluso la palabra cinco tiene cinco letras. Y hablando de letras y palabras ayer fue la presentación de los libros de cinco escritores microrrelatistas: Elena Casero, Ana Vidal, David Vivancos, Víctor Lorenzo y Kike Parra.
Escuchar sus lecturas, y cambiar por unos instantes, la imagen virtual de cada uno de ellos por la imagen real para ser sellada con un beso o un abrazo. Hizo sentirme bien.
El agua intensa que caía sobre Barcelona y Barberá no impidió este acercamiento.
Y como dice el poema "Lluvia" de García Lorca: “La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable. Una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje”.
Y no podía ser de otra manera.

Foto retocada cogida de la red. En La Microbiblioteca de Barberá del Vallés

Y el video con el relato que en su libro La luna de perigeo, me dedica Elena Casero. Gracias

INCOMPRENSIÓN

Anoche me morí en tus brazos. Lo hice sin pensar, por cariño, Como lo he hecho todo por ti. Pusiste cara de susto, pero duró poco tiempo. Después, cuando yo ya había cerrado los ojos Y creías que no te podía ver, te relajaste y sonreíste feliz. Me abandonaste en el sofá, tal como me había muerto, algo desmadejada. Entonces te escuché hablar con ella. Tu voz sonaba como un timbre pulido, tan diferente del que usas conmigo, que parece hecho de productos abrasivos, de los que arañan el corazón. Te cambiaste de ropa, te perfumaste y saliste de la habitación sin darme siquiera un triste beso. Esta mañana, he decidido no volver a morirme nunca más.














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