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Seducida por tu lectura Cuando te leo

Seducida por tu lectura




Estando cerca de ti, sentí tu mirada como un soplo que rozaba mi piel, un gesto fugaz que encendió mi curiosidad y me impulsó a adentrarme en tus letras. Leí escenas que parecían escritas sobre mi propia vida; tomé tu piel entre mis dedos imaginarios, y en cada palabra respiré la libertad que destilas, esa que tanto admiro. Me he enamorado de tus palabras a través de tus libros, porque en ellas revivo los mismos instantes que he vivido, aunque yo los guarde bajo un caparazón de silencios. Sentir la conexión de mis pensamientos con los tuyos, de mis emociones con las tuyas, esa vibración interna que acelera mi corazón, es descubrir que la lectura es un conjuro que nos hace eternos. Nos acompaña una copa de vino, miradas que no necesitan traducción, caricias transparentes, sol, mar… y una mujer que nos quiere. Tenemos tanto en común. Imagino un mundo en tus palabras y me siento mujer enamorada. Te adentras en mí en cada renglón, mientras cierro los ojos con fuerza para retener la sensación, para que no envejezca como envejecen la vida, los años o las rutinas. Con el paso del tiempo regreso al refugio de tus letras, porque ellas —a diferencia de todo lo demás— permanecen inmortales, y me recuerdan que el alma puede viajar más allá de la carne. Como dijo Virginia Woolf: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.”

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