Estando cerca de ti sentí tu mirada en aquel gesto espontáneo de tus ojos.
La curiosidad me estimuló para adentrarme en tus letras.
Leí escenas comunes a mi propia vida y me apropié de tu piel como si fuera mía, y sentí la libertad de expresión que tu destilas y por la que te admiro.
Me he enamorado de tus palabras, a través de tus libros, porque expresas los mismos instantes vividos por mi, aunque yo llevo un caparazón de silencios.
Sentir en el alma la conexión de mis pensamientos con los tuyos, de mis emociones con las tuyas, y esa vibración interna que acelera mi corazón, es creer definitivamente que la lectura es mágica.
Además nos acompaña una copa de vino, miradas que lo dicen todo, caricias trasparentes, sol, mar y una mujer que nos quiere...
Tenemos mucho en común.
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