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Hay rosas que duelen A que ve Aquesta rosa Rosa Baldía

HAY ROSAS QUE DUELEN  A QUE VE AQUESTA ROSA ROSA BALDIA




HAY ROSAS QUE DUELEN

Érase una vez un rosal de rosas rojas, feliz de compartir la belleza.
Su flor significaba la presencia deseada, la que adornaba los te quiero de los amores apasionados, los pienso en ti de los enamorados, los gracias por todo de los amigos y seres queridos.
El rosal sonreía satisfecho porque cada una de sus rosas formaba parte de instantes felices; las había creado para perpetuar buenos recuerdos.

Hete aquí que un día, una de sus flores fue regalada para hacer daño, como si solo fuera un tallo con espinas. Aquella flor fue a parar a manos de un mal hombre de falso remordimiento, capaz de herir con palabras envenenadas, con la fuerza endemoniada de odios mal resueltos, con injurias y vejaciones. La rosa en sus manos perdió el significado. No era ni un te quiero, ni un pienso en ti, ni mucho menos un gracias por todo. Aquella rosa no era nada.

Al saberlo, el rosal entristeció. Y la rosa, que no tenía culpa alguna, acabó por marchitarse como todas, quedó en el olvido, donde mueren los seres que no existen, los malos hombres, los maltratadores que regalan rosas encubriendo su sadismo.

A QUE VE AQUESTA ROSA

Hi havia un roser que en dates assenyalades se sentia feliç en compartir el color viu i el perfum de les seves flors. Coneixia que cada rosa significava t'estimo, penso en tu, o moltes gràcies per tot.
Ves per on, que un dia en un impuls tal vegada de remordiment, un fill caragirat, va regalar una a la seva mare. Un gest ridícul. Aquella rosa va semblar que només era una tija espinosa. No era una flor acolorida que deia t'estimo, penso en tu o moltes gràcies, perquè aquests sentiments s'acostumen a expressar en el delicat tracte, en els detalls i comportaments del dia a dia, és allò que diu que les obres són amors ...

I el roser va entristir en saber que una de les seves flors, havia sigut l'ofrena d'aquell home buit, per dissimular, de cara a la galeria, la seva habitual indiferència.

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ROSA BALDÍA

Un rosal es feliz cuando comparte el color y el perfume de sus flores porque sabe que en cada una de ellas hay un te quiero, un pienso en ti o un muchas gracias.
Un día, en un impulso de remordimiento, regalaste una rosa a tu madre. ¿A qué vino aquella rosa? Si no tuvo de ti ni el cariño día a día, ni trato delicado de tu parte.
La flor fue para ella un tallo espinoso. Sin perfume. Sin color.
Tu madre entristeció tanto como el rosal, y aquel detalle sin sentido ni siquiera sirvió para disimular tu irreparable indiferencia.


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