Cuando era pequeña siempre le pedía a los Magos una bicicleta. Nunca llegó. El año que se emancipó, lo primero que hizo fue comprarse una.
Se fue a vivir frente al mar y cada día disfrutaba de un paseo en bici, con la brisa besándole la cara. Era feliz.
Precisamente, el día que fue a comprarla, lo hizo con su padre, así tuvo la ocasión de poder explicarle lo que siente una niña cuando tiene el deseo de un regalo, que año tras año, no llega. Frustración. Aumentada porque no pasó lo mismo con el hombrecito de la casa, su hermanísimo, que la tuvo nada más pedirla. Bien flamante.
Por una serie de circunstancias, la última bici, la mejor, la eléctrica, descansa en el sótano de su casa. Lleva allí años. Un día de estos la va a regalar para que alguien la disfrute. Ella, no puede hacerlo.
Julia, si su hermano anda en bicicleta desde los seis años, ¡Mmmmm!... ya debe estar muy lejos.
__Si. Si que está lejos.
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