Anécdotas del currelo. Plagio del chiste de los gitanos

La SERIE PLAGIO DE UN CHISTE en este blog es una sección dedicada a microrrelatos creados en protesta por el Concurso Internacional de Microrrelatos del Museo de la Palabra, de la Fundación César Ejido Serrano, que concedió el Iº premio a un relato que no era inédito y además era el plagio de un chiste




ANÉCDOTAS DEL CURRELO
De pequeña, jugando con mis primos, tiré una piedra que fue a impactar a la chola de Farruco, un niño de raza caló, con tan mala bajandí que le abrí una brecha. La familia del gitano, al completo, se presentó en mi casa con el niño sangrando. Menuda bronca me llevé. Hoy en día tengo amistad con él y soy su doctora de cabecera. Entiendo muy bien el deje y las expresiones del hablar gitano incluso he incorporado en mi vocabulario palabras suyas, aunque su ingenuidad muchas veces me sorprende. Farruco vino a la consulta porque sentía chungos los gitanales — los genitales, le rectifiqué — pero cuando lo entendí, le di la razón, y es que de verdad los tiene morenos y de pelo rizado como sus churumbeles. 




 PLAGIO DELO CHISTE DE LOS GITANOS

 
  Cuando éramos pequeños con mis primos, en un pueblo de veraneo de interior, que se llamaba Les Fonts de Terrasa, hacíamos expediciones montados en bicicleta. Recorríamos los caminos sin asfaltar por aquel entonces, de un lado a otro, a toda velocidad. 
Había una ruta que atravesaba un barrio, que le llamaban el barrio de los gitanos y en casa, nuestros padres, nos aconsejaban que no nos acercarnos porque tenía cierto peligro para nosotros.  Mala bajandí que dirían ellos. Como casi siempre estos consejos eran para pasárselos por alto haciendo caso omiso. Nosotros lo atravesábamos. Nos tiraban piedras a nuestro paso y nosotros respondíamos también. Nos currelabamos ambos, ellos y nosotros.
Una vez lancé una piedra con tanta puntería que fue a dar en toda la chola de un chaval de raza caló. No me escapé de la bronca que me cayó después de este hecho, cuando toda la familia gitana se presentó en casa con su niño sangrando.
En otra ocasión, atravesando el barrio, fue victima un primo mío de una gran trastada. Le atravesaron la rueda delantera de la bici con un palo y se vino abajo dándose de narices. 
Éramos un par de tribus rivales en nuestros juegos al aire libre, que a veces acababan no demasiado bien.

Pasados los años tengo mi consulta precisamente en un barrio poblado de gitanos  de raza pura. Mi relación con ellos es excelente. El otro día  Farruco Flores, un salado gitano me dijo:

__ Dostor, tengo molestias en los gitanales. Se me han puesto chungos”
__ ¿En los gitanales, Farruco?  Querrás decir en los genitales.
__ No zé, dostor, yo como los veo morenos y con el pelo rizao como mis churumbeles.

Y es que me llenan de anécdotas con su graciosa forma de hablar.


 
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