De cal y de arena
El espejo ya no solo refleja un cuerpo, sino un alma transformada. Allí donde antes hubo ausencia, ahora brilla un vacío que es luz pura, un espacio sagrado donde habita la fuerza. Las lágrimas que nacen no son dolor, sino lluvia de gratitud que riega cada latido renovado. La vida, con su mano de cal y de arena, ha marcado mi piel y mi espíritu, enseñándome que incluso lo que se pierde puede ser templo y refugio. La herida se eleva a verso, se convierte en oración al sol, en susurro de esperanza que danza en el viento y en la calma que rodea cada instante. No soy la misma: soy más. Más consciente de mi fragilidad, más fuerte en mi presencia, más viva en la claridad que ahora habita mi pecho. Cada paso que doy es un rito de celebración, un recordatorio de que la vida, aun cuando arrebata, también regala la eternidad de un instante pleno, y que en ese instante, todo es luminoso.No soy la misma, soy más.
La vida ha regalado nuevos latidos a mi corazón y me ha hecho consciente de que aún queda mucho camino por recorrer.
Marzo de 2025
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