Este tipo de negocio era una propuesta, poco más o menos, de una secta en la que cualquier movimiento estaba estudiado de antemano para hacer caer en sus trampas a incautas y confiadas como yo. Compré productos para venderlos, a la vez que intentaba captar cuanta más gente mejor, necesaria para subir de nivel en la pirámide con el fin de multiplicar los beneficios. A la par intentaba formarme como vendedora con charlas, conferencias, reuniones, material de audio, desplazamientos, que por supuesto pagaba con mi bolsillo.
Era necesario captar mucha gente, porque de ello dependía mi beneficio, y así acabé involucrando a
mi propia familia, amistades, compañeros de trabajo etc., Se convirtió en manera obsesiva, porque esa era la vía del estimulo para recuperar la inversión. Nunca fue así. Siempre ganaban los de arriba. Por suerte lo dejé antes de acabar atacada de los nervios. Con el tiempo se supo, que aquel método era una estafa piramidal y se tipificó para prevenir a futuras presas.
Hace días que en el facebuque detecto algo parecido (refiriéndome en sentido figurado). Cuando una publicidad se repite multiplicándose hasta la saciedad, por cada uno de los componentes y son muchos, que se hacen propaganda, como es lógico, a mi me provoca un efecto contrario al que desean. Por la pesadez que me supone esa insistencia constante, el tema deja de interesarme.
Conecto, por asociación, con aquella misma sensación que me produjo el timo piramidal o multiplicador y me acaba hartando de tal manera, que dejo de prestarle atención.
Por fin ha llegado el esperado fin de semana para descansar.