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Un libro, una historia. Manent y Ricart

Un libro, una historia. Manent y Ricart

Las cosas tienen un precio, pero a la vez tienen un valor que las hace singulares. 

Cada libro que sale a la luz o no, que se publica o no, en definitiva, que se crea, tiene una historia.
Se inicia con una idea que, a través del lenguaje,  impregna, con emociones y pensamientos, las letras, las palabras, las frases y en más o menos páginas, dan como resultado un producto al que llamamos libro.

En esta ocasión os voy a mostrar un libro que llegó a mis manos con una historia muy particular. Interesante, creo yo, no tan solo por el contenido, que también, sino por el arte que encierra. El arte de sus poemas y el arte de sus ilustraciones: pequeñas joyas extraordinarias.

Al libro no le di la más mínima importancia. Quedó reposando en un estante de mi biblioteca, sin ruido, en silencio, humilde, con aspecto envejecido por el paso del tiempo. Un día lo cogí. Lo vi pequeño, encuadernado con sencillez, casi enfermo en su papel vetusto, "fatigado", dicen los expertos; yo, que de esto no entiendo nada, diría que sus hojas parecían recién salidas de una tostadora.
Al abrirlo, me enamoró.

Primero me sedujo su olor. Sí, sí, su aroma de almendras, o mejor lo digo como el título del libro de mi amiga Isabel Martínez Barquero, "Aroma de vainilla". Por cierto, he sabido que ese aroma de vainilla es por la "lignina", un polímero orgánico del mundo vegetal, de la madera, que está presente en el papel y, cuando se oxida, amarillea y desprende ese olor característico que resulta tan agradable.

Entre mis manos estaba este pequeño perfumado libro, lleno de poesía y arte.
Poesía pura, la del escritor Marià Manent, y arte de l xilografia, de Enric C. Ricart (mi tío abuelo), creador de las ilustraciones. Ambos catalanes ilustres del novecentismo.
Y aún hay más. Al abrir el libro encontré intercaladas entre sus hojas todas y cada una de las xilografías al boj, originales, que lo ilustran. 
Enric C. Ricart se debió inspirar en los poemas.
Un tesoro.
Creo que no sabría expresar de manera fiel la emoción que sentí al ver aquellos papeles, que, aun tostados y amarillentos, llenaron mis ojos de sorpresa y mi mirada de admiración.

Enric C. Ricart era mi tío abuelo, el padrino de mi madre, su sobrina, l'Auroreta, como la llamaba cariñosamente. Fue el gran artista vilanoví de la xilografía. Injustamente poco reconocido a lo largo de su vida, pero hoy, con indiscutible rigor, considerado por su virtuosismo como uno de los mejores grabadores, xilografistas, de la historia.
El nombre de xilografía proviene del griego "xylon", que significa madera; por tanto, es un grabado cuya creación se inicia vaciando la madera con buril o gubias, para después, previo tintado, estampar la imagen creativa en papel o tela. Es una técnica oriunda de Extremo Oriente, en donde se encontraron grabados de los siglos X y XI, y de donde partieron prototipos hacia Occidente y en siglos posteriores hacia Europa, a los Países Bajos, Alemania, Francia, Italia...
Enric C. Ricart conoció esta técnica allá por el año 1914, en una de sus estancias en Florencia, la capital de la Toscana, cuando frecuentaba los locales del café de la Giubbe Rosse y la taverna Lapi. La empezó a trabajar en su querida Vilanova y la Geltrú, perfeccionando su arte a base de horas y horas de dedicación.

Lo admiro.

La verdadera razón de este relato es compartir con todos vosotros este libro como una pequeña muestra de la muy extensa obra de Enric C. Ricart, junto con los poemas que las inspiraron, poemas que son interpretaciones de poesía china.

Quiero resaltar lo que para mí es un gesto de extrema generosidad, y es que los moldes de madera que Enric C. Ricart trabajaba artesanalmente, acariciaba, diría yo. Esos moldes, una vez estampados en tirajes de mayor o menor número, los destruía. Sí, sí, el propio autor destruía su obra rayando la madera o dejándola arder en el fuego.
Crear y destruir para dar valor a la obra. Una paradoja, ¿no os parece?... Y es que la historia ama las paradojas, como dijo Bertolt Brecht.
 ¡Ah! Se me olvidaba deciros que el libro también tiene un bonito título:
  
      EL COLOR DE LA VIDA. Interpretaciones de poesía china.

Editorial Lucero Ejemplar n.º 22 Acabado de imprimir en Gráfico Oliva de Vilanova en 1942.


AMANECE

Fríos están los campos. La lluvia apenas dura.

Y veo en los alcores pintas claras de abril.

Vuelan peces dorados: ¡qué brillar de agua pura!

Y ya silban los mirlos entre flores de añil.

Que empolvó sus mejillas, dijerais, cada flor.

Y el rocío tornaba las hierbas claro oriente.

Junto al río, la niebla, entre cañas de amor,

Desvanece la brisa muy delicadamente.

Poema del capítulo Dinastía Tang (618-905)

Página 40


PAISAJE

Una nube envolvía la colina. En su falda

Los bambúes decoran ese estanque gentil.

Si amanece, la brisa parece más sutil.

Los prados y las aguas tienen luz de esmeralda.

Y al pensamiento mece un ignorado amor.

Se olvida el caminante con paso tardo. Espera.

Junto al estanque crecen malvas de primavera.

Y los chopos, los pájaros ya mudaron su color.

Poema del capítulo Dinastía Chin (265-419)

Página 29


UN ÁRBOL IGNORADO

Un árbol ignorado crecía en mi jardín.

Agua de olor rezuma. Sí, consigo.

una flor, levantándome de puntillas, al fin,

Un recuerdo tendrá, mi dulce amigo.

Mi corpiño de aromas se impregnó.

Larga es la ruta y un mensajero siquiera.

Aunque una flor eso poco diría mejor que yo:

"En su tierra ya brilla la verde primavera".


Poema del capítulo Dinastía Han (206 a. C. - 220 d. C.)

Página 21


LA GENTE OCULTA SU AMOR

¿Quién dijo que me gusta mi amarga lejanía?

¿Y qué quise vivir sin verte? ¡Di!

Aroma de tu espliego guardan mis sedas y

Tus letras aún esconden mi seno, noche y día.

Ceñíame con doble cinta de buen color.

Y sueño que nos ata en una sola vida.

¿No sabes que la gente guarda su dulce amor?

¿Cómo una flor intacta y escondida?


Poema de la Dinastía Liang (502-556)

Página 34

EL COLOR DE LA VIDA

¡Ah! Si pudiera detener

para siempre aquel iris delicado,

Y ese cristal del mar, y, en el collado,

claras adelfas del amanecer;

El pájaro de mayo y aquel fino

Sauce que nunca descansó,

Y al viandante perdido entre las sombras o

Como una rosa pálida, ese vino.

Bien tendría la vida sabor de eternidad,

sin polvo amargo ni añoranza:

Un cántico de mayo en cada estrella habrá...

Pero ¡qué lejos, ay, buena esperanza!


Poema de la dinastía Tang (618-905)

Página 60


DESPEDIDA

Al desmontar, le ofrecí

Una copa de adiós. Le preguntaba.

Por su nuevo retiro. "Ya me voy.

del mundo para siempre, a mis montañas.

Entre sus cumbres buscaré la paz.

Y nuevas rutas, nunca antes de llamarme:

Todo está en el móvil bajo aquel azul.

Y eternas son aquellas nubes blancas".

Poema del capítulo Dinastía Tang (618-905)

Página 52


TÚ Y YO

Un ciruelo en flor yo sueño en mi cercado:

¿Para quién mi sonrisa, oh noche, alto ciprés?

Tu luna entre las nubes serenas, me has mirado.

Más, como para siempre, te ocultaste después.

De la dinastía Tang (618-905)

Página 44

Marià Manent (1898- 1988)

ENTRADAS A ENRIC C RICART NIN


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UNA CARACOLA Con mi texto finalista en el concurso de microrrelatos de Wonderland

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