¿eres un personaje sin más, que adopta una postura, que sigue un guión pre- establecido, o escribes relatos de tu propia vida tus emociones, tus sentimientos?. ¿ Te escondes en los textos como la tortuga en su caparazón, creando tus propias falacias, o dejas fluir de tu mente testimonios fidedignos? No me interesa hoy saberlo, porque he aprendido ante la decepción, que puedes ser tan falso y engañoso oscuro y tenebroso como certero y franco, inequívoco y claro, y es presuntuoso por mi parte haber querido saber de ti cuando ni tú ni nadie en este medio llegará a saber todo de mi.
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y en el límite de la ficción
¿Quién eres?
¿eres un personaje sin más, que adopta una postura, que sigue un guión pre- establecido, o escribes relatos de tu propia vida tus emociones, tus sentimientos?. ¿ Te escondes en los textos como la tortuga en su caparazón, creando tus propias falacias, o dejas fluir de tu mente testimonios fidedignos? No me interesa hoy saberlo, porque he aprendido ante la decepción, que puedes ser tan falso y engañoso oscuro y tenebroso como certero y franco, inequívoco y claro, y es presuntuoso por mi parte haber querido saber de ti cuando ni tú ni nadie en este medio llegará a saber todo de mi.
Una de tantas
Soy una barca varada en la calle que huye del mar.
Aparco mi tristeza apoyada en el cemento porque la dureza del asfalto me parece más soportable que volver a surcar los mares en otra travesía mortal.
Cada mes un relato inspirado en una foto para Calendario Microcuentista. Este texto presentado en el mes de septiembre (retocado)
La horma. Paradojas
Aprendiendo a no castigarme, a conocerme mejor y a convencerme de que no todo lo que me llegaba era para hacerme daño y que no debía atacar para defenderme.
_¿Por qué temía lo que no era y lo que era me dolía tanto?
_¿Qué fantasmas dañinos acosaban mi pensamiento?
En constante contradicción, sin descanso interno, en soledad, intentando crecer para no sucumbir de angustia, progresar, buscar el equilibrio, así transitaba.
Si no sabía entenderme a mi misma difícilmente sabría entender al mundo.
Un día creí haber encontrado la horma de mi zapato. Todo parecía presagiar cordialidad y avenencia.
Carecía de autoestima, pero a ella le sobraba.
Yo era presa fácil, pero ella me protegía.
Era insegura pero ella parecía firme.
Iba a la deriva, ella era el rumbo.
Necesitaba guía, ella era brújula.
Me dejaba querer, me regalaba los oídos, me aplaudía, me alababa, me elogiaba, me estimulaba, me animaba, me repetía lo bien que hacía todo.
ella, ella, ella,ella.
Me lo creí.
Yo me subi a la parra, ella se cayó del guindo.
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