La pesadilla de tus deudas
Harta de mantener tanto silencio no pude esperar más. Mi grado de saturación había llegado a tal nivel que la situación estaba a punto de estallar. Hacía treinta años que había firmado unos avales para ayudarlo y no soportaba más las presiones y las molestias de sus impagos sin ninguna explicación por su parte. Ni tampoco podía comprender la actitud de su familia. Si sus hijos y su mujer estaban bien situados, por qué razón permitían que el padre estuviera en la lista de morosos tantos años. Uno banquero, otra azafata de tierra y otro luciendo descapotable, y el sueldo de su mujer... ¿no eran suficientes para saldar sus deudas? ¿Tenían que molestarme siempre a mí.? Acabé harta de Cetelem, de Eurostar, de Euroiberica, Atento recobros, y de otras tantas empresas que persiguen a morosos. Harta sobretodo del moroso y de toda su parentela consentidora. Recibí cada día, a horas intempestivas, llamadas telefónicas preguntando por ellos. A todas horas. Un dia harta de tanto acoso pensé que si