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Ajenos

Ajenos Estaba sumida en la lectura cuando de pronto sentí una vibración. La lámpara empezó a temblar, las macetas de mi balcón se movían de tal manera que los troncos de la dama de noche se partieron y fueron a caer encima de la casa de mis mirlos, vaciando su comedero y el agua de su piscina.  Tú, mirabas atento en el televisor un reportaje de Escandinavia.  De repente te lanzaste a la pantalla que empezó a moverse de izquierda a derecha, de las profundas aguas agitadas del Mar de Noruega emergiste como el Kraken, lleno de tentáculos. Tu boca empezó a lanzar rayos y tu voz me ensordeció retumbando con estrépito en la sala.  Cuando me aíslo en el mundo de los libros y de la escritura o la lectura, se te envenena la sangre como la serpiente marina.  Tu mirada inquisidora la de siempre.  Tu ira, la de siempre. Discutes sin la máscara que la convivencia incrusta en la piel y te ofuscas de tal manera que no sabes ni siquiera quien soy, pero tú a mi me pareces una sa...