*******************************
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y en el límite de la ficción
Luz para dar a luz
Relato seleccionado en el Concurso de Microrrelatos de Abogados del mes de Septiembre de 2022
LUZ PARA DAR A LUZ
Hemos creado una sección en la que de manera altruista intentamos mejorar las condiciones de trabajo de los más desfavorecidos, víctimas de contratos abusivos que vulneran sus derechos.
De vuelta de las vacaciones me pongo a repasar expedientes y me entra un caso nuevo de despido. Mujer, extranjera y embarazada. El formalismo es clave. Recabamos información con un formato sencillo que sea comprendido con facilidad. Actuamos rápido dado los cortos plazos de caducidad para defender su puesto de trabajo y su derecho de conciliación familiar. No comprendemos las críticas materialistas a nuestras tareas no remuneradas cuando para nosotros es tan satisfactorio. Para mi lo importante es no olvidar, cuando huyendo de la guerra, conseguí un visado para entrar en el país y este interesante trabajo gracias a la ayuda de quien ahora es mi compañero de despacho.
¡ah! Vjekoslava ya tiene reducción de jornada para cuidar a su pequeño.
********************
Palabras obligadas: repasar, formato, interesante, visado, vuelta
Puedes verlo en el enlace a la Web de Abogados
En busca del YO
EN BUSCA DEL YO
Abandoné en la esquina de la calle del teatro la careta petrificada que ocultaba mi rostro con la frente sudorosa y mi respirar jadeante.
Detrás del cartón habitó la noche y aunque confusa, aturdida como en el despertar de una pesadilla, no miré atrás.
Quise esfumar mi pasado como una gota de lluvia se evapora en el fuego.
Quise borrar la pantomima que fui de silencios para tranquilizar mis ansias de querer ser yo misma.
Derribé el muro de farsa en el que creí protegerme, sin dejar ni un ápice de rastro de aquella bufonada.
La luz empezó a escribir con destellos, mi sentir.
Fuera de servicio
FUERA DE SERVICIO
En el cajón de mi mesita encontré los relojes abandonados y que han sido sustituidos por otro moderno al que ya no hay que dar cuerda. Al verlos amontonados sin vida eché de menos el movimiento de sus manecillas en sus giros acompasados y la cadencia, a la par, de aquel ligero sonido, de aquel suave tic tac que en el silencio se escuchaba. Me entró nostalgia por los recuerdos que en su tiempo marcaron. Tiempo caduco, tiempo de juventud, de idilios, de felicidad y de vida plena.
Ahora llevo un reloj que me han regalado, cuadrado de pantalla negra, que al apretar un botón salen unos números luminosos que marcan la hora. Como diría Jarabe de Palo: “Tiempo es una palabra, que se enciende y que se apaga…”.
Dicen que es “inteligente”.
Será porque comprende mi vida actual: una estancia en un cuadrilátero donde al amanecer despierto con una ráfaga de luz que asoma por la persiana, que se desvanece al instante mostrando de nuevo mi realidad en negro.
*******************************
Presentado y publicado en
Esta Noche Te Cuento en este enlace
el 7 de mayo de 2021
Ki-Komo
Texto para los Viernes creativos del Bic naranja.
Foto del ilustrador japonés Tanaka Tatsuya
KI-KOMO
Recuerdo la noche que para deslumbrarte te llevé por primera vez a un japonés. Por aquellos días estabas con el ánimo bajo por la quiebra de tu empresa y la crisis de ansiedad que te provocó el desempleo.
Tu psicoanalista, Sakudo Tukoko, te lo recomendó, como también te aconsejó salir más a menudo para distraer tu mente.
Tú no conocías nada de las exquisiteces niponas y escogí por ti, con ayuda del sushiman, unos variados platos típicos.
Empezamos con niboshi ramen, un caldo de sardinas que nos sirvieron en un distinguido bol azul cobalto de Tobe-Yaki. Reconocí esta cerámica cuando estuve buscando, para venderla, el origen de la antigua sopera oriental que heredé.
Seguimos con futomaki makizushi, algas sushi con arroz y atún rojo, piñones tostados y cebolla crujiente.
Te encantó.
Estabas divertida con tu torpe manejo de los palillos y me alegraba verte sonreír y ver de nuevo la chispa de tu mirada en tus ojos pintureros.
Seguimos con Sashimi con wasabi, y unos yakimono a la parrilla regado con vino de uva koshu.
De postre nos endulzamos con un Mochi relleno de mouse de chocolate negro.
Fue una gran velada que nunca olvidaremos, entre otras cosas porque pagué taka taka y sa-kabó en el hospital Oticuro Otimato especializado en anisakis.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)