“El odio es la venganza de un cobarde intimidado”.
George Bernard Shaw
Jugaba tranquila cuando sentí un impacto doloroso en mi cabeza.
Mi falda empezó a estamparse de lunares rojos.
Resonaba en mis oídos el eco de una carcajada.
Siempre pensé que había sido una gamberrada de crío, hasta que me confesaste el odio que sentías por mi, y la pena de no haberme dejado seca en aquel instante con aquel martillazo.
Ahora comprendo la poca nobleza que arrastra tu corazón.
Eres tóxico, hermano.
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