Olivo. Tu quietud sabia
Has llegado a una maceta, traído desde las entrañas de esta tierra andaluza. Tus hojas plateadas susurran secretos al viento y sostienen el rocío de la mañana. En tus ramas el sol dibuja filigranas doradas y en nuestra terraza te has curtido y has echado raíces firmes, testarudo como tus hermanos que pueblan la campiña cordobesa.
Has sobrevivido al sol de justicia del verano lucentino y a su frío invernal, aferrándote a la vida con una quietud sabia y con la fuerza silenciosa de la naturaleza. Frente a ti, la Subbética. Tal vez añores sus campos, pero vives, lleno de amor, en nuestro rincón urbano de belleza sencilla. Respondes repleto de perlas como promesas, y sabemos que no te brotarán aceitunas. Eres, para tu jardinera, un pedacito de sus orígenes y el recuerdo de sus historias ancestrales. A mí me pareces más que una planta, un pedazo de hogar, un latido verde que palpita en Lucena.