Tu poca autoestima




Mi pensamiento es libre, espontáneo. Como el tuyo. 
Mío y muy mío. 
Lo escribo y ya no le importa saber si gusta o no. 
No necesita aplauso. 
Necesita aire.
 Lejos del aire que tú has enrarecido con tus ataques en defensa.
Qué pena me das.
Qué pena me da tu poca autoestima.


Version 2 

 Devoras en despiadado dominio con la lluvia de fuego de tu boca. La ambición enciende tu aliento. Siempre atacas para defenderte. No tienes autoestima.




dedicado a una de las monstruas AC


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Cada uno con los suyos


Te resignas en absurdos “porprincipios” y abdicas con los "porquenohaymásremedioqueaguantar”  en tu propia casa. Y así andas amargada por la vida. Tan reprimida que arremetes contra los demás, sentando cátedra con la lengua viperina que te caracteriza.
Caminar en paralelo con gente tóxica como tú,  con la que no tengo nada en común, es como ir descalza y desprotegida.
Tus caminos están llenos de críticas, de celos, de odio y contaminan.
Alejarse de ti fue una liberación.

Cerca de mi está quien me regala cariño sin dobladillos, me hace libre y es tolerante y además no va de nada.
Es obvia la elección.



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Una forma de recordar. Trucos mentales

Cuando estudiaba anatomía me aprendí muchos temas con asociaciones mentales. Lo que se llaman reglas mnemotécnicas. Ellas me ayudaron a aumentar mi capacidad de retención. Quedaron tan grabadas en mi memoria que aún después de pasar los años, todavía las recuerdo.
Por ejemplo, si digo: 2 RA SU CO EX CO ME CU PO A PRE PAL MA ME CUA FLE CO, ni más ni menos, que estoy citando músculos del antebrazo, que son: 2º radial, supinador corto, extensor común del meñique, cubital posterior, ancóneo, pronador redondo, palmar menor, cuadrado y flexor común.
En el examen me salió esta pregunta y aprobé con matricula.

Es lo mismo que para recordar lo mala persona que fuiste conmigo solo he de memorizar las siglas de mi impresora H P.

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Cisne cuello negro cisne cuello blanco




En tranquilas aguas me deslizo. Plácidamente. Me reflejo en ellas como en un espejo. Mi cuello negro erguido divisando el mundo que me rodea.
Mi fatalidad es encontrar a la de cuello blanco que no soporto. Toscamente aparece en cada rincón de este inmenso estanque enturbiando el agua.
De tanto en tanto me apetece recordarla.
Mi enojo tuvo el tamaño del dolor que me causó.

Cuando veo su imagen me parece rancia, como su intransigencia. Pasada. Sigue con el collarín que rodea su gollete. Blanco, como un folio vacío de palabras, las suyas. Redondo, como el circulo de su vida solitaria con sus sombras. Duro, como su corazón incapaz de sentir. Almidonado, igual que sus tiesos sentimientos. Planchado, como su estirada insolencia.

Huyo de esa candidez de niña que esconde malicia tras una infantil sonrisa.


A una de las monstruas: PdC



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La pesadilla de tus deudas

Harta de mantener tanto silencio no pude esperar más. Mi grado de saturación había llegado a tal nivel que la situación estaba a punto de estallar.
Hacía treinta años que había firmado unos avales para ayudarlo y no soportaba más las presiones y las molestias de sus impagos sin ninguna explicación por su parte.
Ni tampoco podía comprender la actitud de su familia.
Si sus hijos y su mujer estaban bien situados, por qué razón permitían que el padre estuviera en la lista de morosos tantos años. Uno banquero, otra azafata de tierra y otro luciendo descapotable, y el sueldo de su mujer... ¿no eran suficientes para saldar sus deudas?
¿Tenían que molestarme siempre a mí.?

Acabé harta de Cetelem, de Eurostar, de Euroiberica, Atento recobros,  y de otras tantas empresas que persiguen a morosos.
Harta sobretodo del moroso y de toda su parentela consentidora.

Recibí cada día, a horas intempestivas, llamadas telefónicas preguntando por ellos. A todas horas.
Un dia harta de tanto acoso pensé que si se trataba de reventar que reventaran los responsables. Necesitaba recobrar la paz que me habían arrebatado.
Yo fui el aval de buena fe, y esto me acarreó aguantar incompetencia, ineficacia y desidia de un cara dura deudor.



Cansada, a cada llamada empezé a responder proporcionando la información que me solicitaban. Un día daba el número de su móvil, otro, el del fijo, otro el de un hijo, otro el del otro, que si la dirección de su casa,  que la otra del apartamento, que el de la gestoría,  ....y así hasta que por fin cesaron las llamadas.
Pero solo por una temporada.
De nuevo aquel agosto del 2017 volvieron a la carga con el acoso telefónico a todas horas.

Una noche,  en una pesadilla soñé que salía a su encuentro con un arma cargada, que le esperaba frente a su casa con intención de dispararle el cargador en el pecho hasta verlo caer fulminado....
Aquella mañana el forense diagnosticó "paro cardiaco por infarto masivo de miocardio."

Sin arma, pensé... ¡qué alivio!

VERSION 2

Harta de mantener tanto silencio no pudo esperar más. 
Su grado de saturación había llegado a tal nivel que la situación estaba a punto de estallar. Hacía treinta años que soportaba las presiones, sin ninguna explicación.
No podía comprender la actitud de aquella familia. 
Si sus hijos estaban bien situados, por qué razón permitían que sus padres estuvieran señalados en la lista de morosos. 
La paga de la mujer, la del hijo banquero, la del otro con descapotable y la de su hija que dominaba la lengua aprendida en costosas estancias en el Londres, no eran suficientes para saldar las deudas. Qué extraño.
Mientras tanto ella recibía cada día, a horas intempestivas disturbando su descanso, llamadas telefónicas preguntando por ellos. Pensó que si se trataba de reventar, que reventaran los responsables. Ella necesitaba recobrar la paz que le habían arrebatado. Su fallo había sido ser aval de buena fe, lo que le acarreó aguantar malos resultados por la incompetencia y la ineficacia de las gestiones ajenas. 
Cansada, a cada llamada empezó a responder proporcionando la información que le solicitaban. Un día daba el número del móvil, otro, del fijo, otro el de un hijo, otro, el del otro, que si su dirección, que si la otra y así hasta que por fin cesaron las llamadas. 
Pero solo por una temporada. De nuevo aquel agosto volvieron a la carga con el acoso telefónico a todas horas.

Ella quiso salir con el arma preparada, esperarle frente a su casa, y dispararle el cargador en el pecho hasta verlo caer fulminado.

El forense diagnosticó paro cardiaco por infarto masivo de miocardio.
De qué manera tan fácil se hizo justicia. Pensó ella.




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