Cada dia enfilaba la cuesta abajo para ir a trabajar, mientras iba escuchando a un joven que, al final de la calle, tocaba la guitarra. Al llegar a su altura, depositaba calderilla en su gorra e intercambiábamos una sonrisa. Siempre me pareció triste sobrevivir de manera tan precaria. Hoy, la gorra de penosos sudores, que recoge alguna sonrisa, es la mía. ******************************************* VOLVER AL INICIO DEL BLOG
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y de la ficción. Tu espacio para descubrir autenticidad.