Era una espléndida mañana de agosto. Desayunábamos, como otros años, frente al mar, en la terraza principal del hotel de privilegiada situación en un pueblo de la costa del Mediterráneo, cerca de Barcelona. Nos deslumbraba agradablemente el reflejo del sol sobre las aguas en calma de la playa, cuyo compás iba acorde a las suaves notas del saxo de Fausto Papetti, la música que sonaba de fondo. En la mesa de enfrente un hombre joven de piel bronceada disfrutaba de un repleto plato de comida en el que no faltaba de nada: bacón, revoltijo de huevo, verduritas salteadas, salchichas, jamón, queso, embutidos, melón, sandia, piña, pastas dulces, mermeladas, mantequilla, pan, zumo de frutas y café con leche. Siempre he pensado que en los desayunos o en las comidas de buffet libre de los hoteles, todos exageramos a la hora de escoger las raciones. Por lo general descomunales. Estoy segura que nadie ingiere habitualmente esas cantidades de alimentos en su propia casa. Se le acercó un hombre que s...
Anna Jorba Ricart es Aurora Hildegarda. En el límite de la realidad y de la ficción. Tu espacio para descubrir autenticidad.