La música italiana hasta la muerte de Carissimi. I Parte

La situación política del siglo XVII

El siglo XVII se inicia en Italia bajo el dominio español, pues España poseía directamente los reinos de Nápoles, Sicilia, Cerdeña, el ducado de Milán y el stato dei presidi de Toscana.
Pero directamente hacía sentir el peso de su hegemonía sobre los estados de la iglesia indefensos militarmente y expuestos siempre a los ataques continuos procedentes del reino de Nápoles; sobre la Toscana, vigilada de cerca por el stato dei presidi; sobre Lucca y Génova, libres teóricamente pero ligadas a España por intereses comerciales; sobre los ducados de Parma, Módena y Urbino, cuyos príncipes eran sostenidos financieramente por los españoles; y finalmente sobre el principado de Monferrato, colocado bajo la vigilancia de su vecino el ducado de Milán. Eran libres Venecia, cuyo poderío económico declinaba lentamente, y el Piamonte; éste supo aprovecharse del antagonismo entre España y Francia, y consiguió defender su independencia manteniéndose un poco al margen de la vida italiana y gravitando casi siempre en la órbita de París. En cuanto a Roma a, la ciudad pontificia se había convertido en campo abierto para las luchas diplomáticas, que muchas veces de generaban en vergonzosas querellas, verdaderos ritos, entre embajadores.
La dominación española no fue provechosa para los italianos. Tratada casi como una colonia de explotación, confiada a ávidos gobernadores, a menudo rebeldes a las órdenes de Madrid, la península estaba económicamente agotada; los campos aparecían abandonados y eran recorridos por numerosos bandidos, languidecían el comercio y la industria, mientras aumentaban los impuestos, y la administración de justicia era totalmente caótica. Las epidemias diezmaban periódicamente la población, debilitada ya por la pobreza e ignorante del más elemental principio de higiene existía un fuerte contraste entre la miserable condición del pueblo y el gran despliegue de lujo de los gobernantes y de la nobleza que les seguía, en parte por imitación servil y en parte por ser éste el único modo de subsistir y mantener una apariencia de bienestar y de diferencia de clases. Y así lo que había sido el esplendor de las cortes italianas en el renacimiento degeneraba en pompa fastuosa de acuerdo con el gusto español; a menudo servía únicamente para disimular la tristeza de una clase decadente, de unas familias que poco a poco se extinguían, de unas personalidades que perdían su oportunidad sin hallar el apoyo en un clima político adecuado, en la relajación de las costumbres o en el resentimiento de tal sociedad. Carente de bases morales, de aspiraciones políticas, de ideales de civilización y pensamiento y de la confianza en el mañana, la sociedad elegante, víctima de un frenesí de diversiones, dio origen de un modo imprevisto a unos aventureros no carentes de genio o talento artístico.
Alessandro Stradella
Tal es el caso de Alessandro Stradella, pues sólo existen dos caminos que conduzcan al éxito: el servilismo frente a los poderosos, o la aventura sin freno, pero que puede terminar también trágicamente, como en el caso del asesinato de Stradella.
Escuchar fragmentos de este compositor:
Quienes podían huían de Italia y buscaban refugio las cortes extranjeras de Viena, París o pequeños territorios de Alemania. Pero pocos fueron los que conocieron los beneficios de la fortuna y alcanzaron una posición segura. La mayor parte conoció la amargura del retorno con las manos vacías y la necesidad de aceptar la situación italiana.
Sin embargo, y a pesar de la inestabilidad dominante, el frenesí de diversiones que ardía en esta sociedad inquieta, agitada y nerviosa, ofreció a los artistas interesantes posibilidades de afirmarse y triunfar, a pesar de este medio hostil. En las cortes y a su socaire florecieron el arte, las letras y las ciencias. Las clases dominantes las cultivaron muchas veces por ostentación y vanagloria, los artistas y hombres de ciencia para poder afirmar individualmente su superioridad intelectual: el individuo hallaba la paz al imponerse en la pura creación del espíritu, y a esta tarea se lanzó con el mismo empeño que el aventurero se lanza al ritmo de sus pasiones. Y las voces independientes que se atrevieron a elevar públicamente críticas y protestas no fueron escasas; son las de Tassoni y Salvator Rosa.
Durante este periodo, en las academias y universidades se agudizó el carácter de la investigación científica y filosófica, se afirmaron nuevas corrientes literarias, sostenidas por la libertad de espíritu crítico que invadía todos los terrenos, desde el de la política hasta el de la creación.

El dominio musical: el recitativo

En esta sociedad complicada, que presentaba la vez los síntomas de la decadencia moral y los gérmenes de la libertad del pensamiento renacentista, la música constituía la única diversión, la única forma artística capaz de atraer las más diversas clases sociales para abarcar las en su totalidad y eliminar en ellas la barrera de las castas. Pues el acontecimiento del siglo fue la creación del espectáculo musical; nacido en las cortes príncipescas, las abandono muy pronto para instalarse en los teatros públicos con pago de una entrada y que, por lo menos en teoría, estaban abiertos a todo el mundo. En su interior, si bien las clases sociales se hallaban todavía separadas gracias a la estructura arquitectónica del mismo (plateada, palcos, a graderíos), las mesas de juego abiertas en los círculos eliminaban ya cualquier barrera social.
No era ésta la primera vez que la música participaba en un espectáculo teatral. Se puede afirmar que siempre había participado elastina y precisamente común música escénica.
El concierto Dibujos de Giusepe Zochi. Museo degli Uffici. Florencia
Pero la novedad de principios del siglo XVII, recibida triunfalmente, fue la de la aparición de un tipo de espectáculo concebido para la música, del drama pensado para ella, de la ópera.
Ésta no nace del canto monodico, y que hallaríamos manifestaciones en todas las épocas, incluso cuando en el siglo XVI había dominado la polifonía (forma de arte madrigalesco); esta última a había dejado amplio campo a las transcripciones de las mismas obras polifónicas para una sola voz con acompañamiento instrumental (laúd, violas, guitarra). La ópera procede, por el contrario, de la creación del recitativo, es decir, de un arte completamente nuevo consistente en transformar el lenguaje hablado en un lenguaje declamado musicalmente, de tal manera que fuese posible la ejecución enteramente musical de un drama que ya no se recita haría, sino que sería confiado a unos cantantes. La verdadera innovación de los últimos años del siglo XVI y primeros del XVII reside precisamente en este acontecimiento.
Con la  aparición del recitativo, la música abandona su papel secundario de música escénica (coros, ballets, intermedios, arias, madrigales) para asumir el papel principal, o, cuando menos, para colocarse al lado de la poesía en igualdad de condiciones. Así nació la larga discusión entre los teóricos para saber si la música debía prevalecer sobre la poesía o viceversa; en teoría esta discusión ha sido resuelta diversa mente; en la práctica, constituye la diferencia fundamental que da vida todavía a la ficción escénica y constituye la esencia de la misma ópera.

Primera manifestación del recitativo cantado

Parece ser que el recitativo apareció por primera vez en Florencia, en los salones de Giovanni Bardi primero, de Jacopo Corsi después. ( Ver Camerata Florentina) Respondía la última exigencia del renacimiento revivir la tragedia griega clásica, sobre la que Galileo, Mei y otros creían que había sido enteramente cantada. Aspiraban a la reconstrucción de una estética platonizante apta para el espectáculo teatral, en la que se confía haría el principal papel a la música. Y puesto que ésta debía superponerse a los versos de la tragedia sin impedir la comprensión de los mismos, se llegó, tras muchas experiencias, a la creación del recitativo cantado.
La primera manifestación fue la obra de Dafne de Ottavio Rinuccini, con música de Jacopo Peri (obra perdida), y representada en su forma definitiva en 1595 o 1597 en la residencia de los Corsi, en Florencia.
Jacopo Peri. Vestido para cantar en Dafne
En 1600 le siguieron las dos Eurídice, obra una de Peri, la otra de Giulio Caccini, ambas sobre el mismo texto de Rinuccini.
Escuchar:

*** Jacopo Peri - Euridice

    ***  Giukio Caccini - Euridice

      También en 1600 tuvo lugar en Roma el estreno de la Rappresentazione di Anima e di Corpo de Emilio dei Cavalieri, enviado de Florencia a Roma por los Médicis con misiones diplomáticas.

      ***Emilio dei Cavalieri Rappresentazione di Anima e di Corpo 
        Gracias a esta circunstancia la ópera y el recitativo cantado abandonaron definitivamente su cuna florentina para trasladarse a Roma, donde desde 1592 vivía, entre otros, a Giovanni Bardi, el primer mecenas de estos salones musicales florentinos, y del que él mismo Caccini había sido secretario en Roma.
        Así se inició el gran desarrollo, primero nacional y después internacional del drama musical.

        Obras principales

        Para que adquiriese plena forma artística, el recitativo debió esperar la mano maestra de Claudio Monteverdi. Cuando este conoció el nuevo estilo florentino, lo adoptó, y transformar el recitativo ha ido y académico de la “camerata” de los salones musicales en un vigoroso instrumento lírico-dramático alejándose del recitativo propiamente dicho para orientarse hacia un arioso que esté de acuerdo con las exigencias dramáticas del texto, creó el auténtico lenguaje artístico del drama lírico.
        Las primeras y espléndidas manifestaciones del género fueron Orfeo (1607) y Ariana (1608); estas obras no son solamente la piedra miliar de la historia de la ópera, sino al mismo tiempo unas obras maestras de todo los siglos.
        Aunque seguía siendo espectáculo de Corte, el Orfeo no se limitó a la zona de influencia de la ciudad de Mantua; el propio autor lo presentó aunque en reuniones privadas, en las vecinas ciudades de Cremona, Milán, y probablemente Bolonia (y más tarde, en 1630, en Génova). Pero las pequeñas cortes del norte no tenían el empuje suficiente para alimentar su propia creación, que ya resultaba muy grande para ellas. Y así el drama musical fue inmediatamente acaparado por la más fastuosa de las cortes del momento, por la Roma papal, en la que reinaban desde principios del siglo los Barberini. El papa Urbano VIII perteneciente a esta familia, fue un espléndido mecenas: abrió a la música las puertas de su palacio, en el que se construyó el célebre teatro Barberini al que asistió la aristocracia romana y extranjera.
        Fue inaugurado en 1632 con San Alessio de Stefano Landi.  Obra que un año antes ya había sido representada en privado.

        *** Stefano Landi -   Stefano Landi (1587-1639) - Il Sant'Alessio -1ª Parte  

        *** Stefano Landi  -  Il Sant Alessio 2ª Parte  


        En el círculo de los Barberini y su teatro, edificado siguiendo planos de Bernini, actuaron un grupo de músicos que dieron gran impuso al espectáculo lírico semipúblico de la primera parte de siglo; tales fueron el propio Landi, los dos

        Mazzochi (Domenico I Virgilio)

         *** Virgilio Mazzocchi- Sdegno Campion Audace


        *** Domenico Mazzocchi "Piangete occhi piangete" ),
          
        *** Marco Marazzoli - Salutate Il Nuovo Aprile 

        *** Michelangelo Rossi - Toccata Settima Alessandrini (harpsichord clavicembalo

        *** Loreto Vittori

        Luigi Rossi, cuyo Orfeo fue representado en parís en 1647; el autor había sido llamado a esta ciudad por los Barberini, caídos entonces en desgracia y refugiados en Francia. (*** Luigi Rossi-  La lyra d'Orfeo: Christina Pluhar & L'Arpeggiata )

        Aunque esta obra no fue la primera italiana representada en Francia, (le había precedido en 1645  La loca fingida [La Finta Pazza]  de Francesco Sacrati, dada a conocer en el palacio del Petit-Bourbon), fue la que causó mayor impresión fuera de Italia.

        De Roma se independizó también un grupo de músicos menos ligados a los Barberini; se trata de Benedetto Ferrari, que no era romano (había nacido en Reggio, Emilia, en 1597) pero era muy conocido en Roma como tañedor de tiorba (

        *** Benedetto Ferrari: Queste pungenti spine - Jaroussky );

          Francesco Manelli, con su esposa Magdalena y un grupo de cantantes, entre las que sobresalía
        Felicita Uga se dirigieron hacia el norte en busca de fortuna, formando acaso el prototipo de lo que después sería una compañía teatral ambulante.

        *** Francesco Manelli. La Luciata 

        En 1636 se hallaban en Padua, donde dieron una representación de Hermione, con texto de Pio Enea degli Obizzi y música del compositor romano Felice Sances

        ***  Giovanni Felice Sances - Stabat Mater. Philippe Jaroussky,

         era además uno de los intérpretes, en compañía de un hijo de Monteverdi,  Francesco. Al año siguiente se hallaban en Venecia, donde inauguraron el primer teatro lírico público, el teatro de Sant Cassiano, con la interpretación de L'Andrómeda de Benedetto Ferrari y música de Francesco Manelli.

        Durante esta época Sances partió hacia Viena y después, en 1648, introdujo la ópera italiana en Praga con su obra I Trionfi d’Amore.

        El concierto Dibujos de Giusepe Zochi. Museo degli Uffici. Florencia
         La inauguración del teatro Sant Cassiano, en Venecia, cerraba la trayectoria que, partiendo de Florencia y a través de Mantua, había tenido por pocos años su centro en Roma, y terminaba finalmente en Venecia. Allí se inició la nueva era del teatro público con entrada de pago; revolución social que debía transformar la obra lírica en el centro de la vida nacional, primero en Italia y después en toda Europa. En ellas encontraría el fermento político de la fusión de clases sociales, cuando estás gravitarían todas al mismo ritmo y de acuerdo con los mismos intereses, alrededor de un espectáculo único,  también alrededor de unas mesas de juego situadas en los círculos adscritos a los mismos teatros; todo ello en medio de una promiscuidad que hubiese sido inconcebible antes de la aparición del teatro, y que constituyó ciertamente un signo precursor del cambio.
        La misma trayectoria muestra claramente el escaso fundamento de la pretendida división del teatro en sus escuelas veneciana y romana, existentes durante la primera mitad de siglo. Si bien un grupo de artistas permaneció en Roma, unido al destino de los Barberini, otro grupo se independizó; al igual que, poco tiempo antes, los florentinos se habían trasladado a Roma (Caccini, Bardi, Cavalieri), entonces los romanos se instalaban en Padua y Venecia. No se trata de un hecho esporádico, pues el movimiento hacia el norte prosigue con el desplazamiento de Roma hacia Venecia de Filiberto Laurenci, en compañía de su célebre alumna Anna Renzi ; y también con Alexandro Leardini, que prefirió instalarse en Mantua. Durante este tiempo Michelangelo Rossi, tras una aparición en Turín en 1629, hacía representar en Ferrara, en 1638, su Andrómeda antes de establecerse en Forli y después en Faenza; y Andrea Mattioli a partir de 1650 eligió como principal lugar para sus representaciones el teatro de Ferrara, (aunque sin despreciar Bolonia para su Didone en 1656, ni Venecia para su Perseo en 1665).
        Iguales fermentos existían en Ferrara, donde se asistió a una floración realmente notable de espectáculos líricos, y en Bolonia, donde en 1610 se preparó el primer espectáculo lírico público: la Andrómeda de Girolamo Giacobbi; esta fue seguida de numerosas producciones del mismo Giacobbi y de Ottavio Vernizzi (L’Amorosa innocenza, en 1623); hacia mediados de siglo el fenómeno ocurrió en Génova, y algo más tarde todavía en Parma, gracias a Bernardo Sabadini. (*** Bernardo Sabadini: Preludio grave in g )
        Durante la misma época se constituyó, entre Lodi y Milán, la primera compañía propiamente dicha, con la finalidad de realizar algunas giras: esta fue la de los Febi Armonici, que actuó primero en el norte y centro de Italia, y que en 1651 se estableció definitivamente en Nápoles, después de haber introducido la ópera en esta ciudad.
        Si los Febi Armonici y se fijaron en Nápoles, otras compañías les reemplazaron, financiadas por las cortes de Módena o Mantua. Se extendieron hasta el día monte por el norte, y hasta Roma por el sur. Se trata pues de un movimiento general, que va más allá de las barreras regionales y en el que resultaría imposible buscar el estilo característico de una escuela o ciudad. El teatro lírico italiano es el que se afirma y domina en todo el país. Mientras tanto

        Marco Antonio Cesti ***  Marco Antonio Cesti- Arie antiche-Intorno all'idol mio 

        Agostino Steffani ***  Agostino Steffani - I Trionfi del fato - Combatton quest'alma  y 

        Francesco Cavalli  ***  Francesco Cavalli : Eliogabalo, opera -Atto I  
        y   Francesco Cavalli : Eliogabalo, opera - Atto II )

        se enfrentaban con los públicos extranjeros en plantaban la ópera italiana en Viena y en París. El éxito sería mayor en Viena, pues en París la actividad de Lully, de estirpe italiana, al crear la forma nacional de la tragedia lírica, pondría algún obstáculo a la influencia italiana, al mismo tiempo que serviría de modelo para la Inglaterra de Purcell.
        Claudio Monteverdi
        En Venecia, y después de las experiencias de Ferrari-Manelli y el retorno al estilo melodramático de Monteverdi, gracias al impacto causado por su última producción L’In coronazione di Poppea)

         *** Claudio Monteverdi - L'incoronazione di Poppea ,   se estableció primero el grupo de los discípulos de Monteverdi (Sacrati), y sucesivamente los de Cavalli y de Giovanni Legrenci, todos ellos compositores típicamente septentrionales;

        *** Giovanni Legrenzi "Lumi, potete piangere" - Nuria Rial, Philippe Jaroussky)  y en Nápoles por el contrario, el primer grupo de los meridionales (Francesco Crillo y más tarde Francesco Provenzale).  Sin embargo, las obras de Monteverdi, de Cavalli y de Cesti se representaban en toda Italia, desde Turín hasta Nápoles, ciudad en la que se estableció un veneciano de pura estirpe, Pietro Andrea Ziani.

        ***Pietro Andrea Ziani: Assalone punito Aria. Trafiggi Dunque.  Y también es verdad que un artista aventurero como Alexandro Stradella pudo desenvolverse libremente entre las mesas de juego, los estafadores y el ambiente de los teatros públicos y privados de Roma, Florencia, Venecia, Viena, Turín y Génova.

        Carácter de esta producción 

        Se trata en definitiva de una floración general típica y esencialmente italiana, que no conoce la división en escuelas regionales, clasificación cómoda establecida por musicólogos carentes de sensibilidad y poco versados en la vida social de la Italia de esta época; pues los contactos e intercambios culturales eran fáciles, y en especial muy rápidos, ya que se limitaban a la selección de una sociedad que mantenía en su seno continuas relaciones; se hallaba en perpetua y febril agitación, habilidad de conocer la última moda o la más reciente manifestación artística de cada país o década corte; no se hallaba coartada por prejuicios de campanario, antes bien, deseosa de arrebatar a un determinado clan un artista (músico, cantante o decorador), para presentarlo a un nuevo centro artístico.
        Nació así una rivalidad de espectáculos, común a todas las ciudades ya todas las cortes, y que se caracterizó por la búsqueda de lo fastuoso, lo fantástico y el maquinismo escénico. Este fue en el desarrollo del espectáculo musical típico en el periodo barroco: extravagante, espectacular en toda la acepción del término, pues recurrió a los medios más complicados para maravillar y crear obras maestras de imaginación o fantasía; un obras en las que se unían la mitología al drama sacro, en las que las divinidades paganas se mezclaban en sus danzas con cohortes angélicas, en las que los dioses infernales compartían la escena con héroes, monstruos, grados y hadas, todo ello en medio de una fantasmagoría de apariciones, de encantamientos,  nubes resplandecientes, fiestas sobre el agua, en los jardines o en las arenas del circo, con combates de hombres a caballo y valles en los que reina un vestuario histriónico.
        Por su parte la música no rechazaba las incursiones más raras, y pasaba de la canción a la danza popular, del aire trágico, a lo cómico o burlesco, a la lamentación dolorosa, a melodías de evocación, a  himnos guerreros con trompetas o a música evocadora de caza.
        Ciertamente un desorden, pero también genio abundante. Tales son los dos elementos típicos que nos hacen admirar y al mismo tiempo que rechazar esta producción a menudo retórica en la que, sin embargo no faltó o jamás el estremecimiento de la imprevista sinceridad o de la emoción siempre presente.
        Así nació la ópera barroca de la primera mitad del siglo XVII, caracterizada por un típico contraste entre recitativo y aria, esta última concebida muchas veces en forma es trófica o bipartita. Sin embargo se afirmaron también las oberturas, asimismo bipartitas, a base de un movimiento inicial lento seguido de otro más vivo. Se confíaban a una orquesta fundamentalmente de cuerda, integrada por violines y violas a los que se unían los instrumentos a cuyo cargo corría el bajo continuo y sobre los que se poseen pocas indicaciones; todo está en función del instrumento solista, que rivaliza a menudo con las voces.
        En la escena hay una invasión cada vez mayor de voces solistas, que rápidamente eliminaron los coros; allí donde éstos subsisten todavía, corren a cargo del conjunto de solistas.
        Los cantores, transformados en protagonistas, prodigaron las exhibiciones melódicas de los artificios más espléndidos de las mejores escuelas de canto o instaladas en cada ciudad. Y puesto que el espectáculo estaba concebido para maravillar, el cantante buscó lo increíble, la pura acrobacia: rivalizó con los instrumentos solistas de la orquesta. Y así se afirmó el fenómeno de las voces irreales de los castrados, (entrada en este blog: Los castrati) fenómeno que se transformó en la enfermedad de este siglo y del siguiente, con la irrealidad de su timbre inhumano y su perfección técnica.
        Su busca, favorecida por el entusiasmo de un público invisible, contribuyó también a la creación de una producción teatral sin límites de fronteras ni escuelas. Todos los públicos sintieron el deseo de escuchar, incluso en los teatros de las más pequeñas ciudades, estas exhibiciones. Los intérpretes tuvieron que formarse un repertorio de fácil éxito, capaz de ser interpretado en todos los teatros, y en el que se inserta van fragmentos de estructura muy semejante en las más diversas obras. Limitando nos a los dos artistas más célebres del momento, Loreto Víttori no se alejó jamás de Italia, y en cambio Baldassare Ferri marchó primero a la corte de Varsovia, después a la de Estocolmo y finalmente a la de Viena siempre acompañado del éxito más delirante.


        La música sacra

        En la música sacra en el siglo XVII se daban ciertas limitaciones derivadas del lugar en que tal música se interpretaba  así como a causa de la naturaleza de los textos. En realidad no hay que olvidar que no existía ninguna clara distinción de géneros: no se reconocían caracteres ni privilegios especiales para la música de iglesia sobre la del teatro. La auténtica diferencia estriba en el hecho puramente exterior de que en el templo no se da el elemento escenográfico. Pero ello se suple con la introducción de lo espectacular en la propia arquitectura de la obra; y así se afirmó el estilo barroco de varios coros, con su vertiginosa arquitectura polifónica que constituye el correlato a la fantasía arquitectónica de Bernini.
        La severa polifonía palestrinana se hincha con la nueva sonoridad barroca: ésta multiplica las voces y sustituye en realidad el juego contrapuntístico de las cuatro voces con el contraste de los cuatro coros que multiplican los efectos, la sonoridad y las dificultades de la construcción para llegar a una escritura atrevida, mérito principal de la escuela romana de varios coros.
        Aquí hay que guardarse en de pensar también en cualquier tipo de limitación regional. Si el estilo de varios coros se sitúa a naturalmente en las grandes basílicas de Roma, no es menos cierto que, aun cuando con menor grandiosidad, había sido ya cultivado en Venecia por  Giovanni Gabrieli, Legrenci, Grandi, Merula, Rovetta y otros. Además la expresión “estilo romano de varios coros” indica una referencia no a la ciudad de Roma, si no a la iglesia romana, cuyas manifestaciones eran evidentemente idénticas en las basílicas de Roma, Asís, Loreto y restantes centros religiosos importantes.
        La víctima de esta generalización y difusión del estilo sacro de varios coros fue Romano Micheli, natural de Roma, y que, a causa de su carácter inestable, se vio obligado a viajar continuamente por toda Italia sin encontrar jamás la paz, defendiendo siempre su doctrina de un severo contrapunto y su deseo de defender el arte del canon y el estilo sobrio contra el nuevo gusto de las formas concertantes y de la monodia acompañada.
        Pues en la iglesia había, por una parte, la polifonía que aspiraba a las construcciones monumentales con grandes arquitecturas sonoras de Paolo Agostino (misa a 48 voces), de Antonio María Abattini, de Oracio Benevoi (misa a 52 voces), o de los Mazzochi, y, a por otra parte, la introducción del nuevo gusto monodico del lirismo para una voz sola con acompañamiento instrumental, y de la composición concertante para voz e instrumentos.

        Texto de Claudio Sartori




        Zarzuela. La leyenda del beso.

        Mi aportación al dia de San Valentin es esta zarzuela llena de intrigas pasionales, amorios, celos y maldiciones gitanas...sea como fuere, con un título tan sugestivo es grato recordar esta música.

        Zarzuela española en dos actos. Libro de Enrique Reoyo, Antonio Paso (hijo) y Silvia Aramburu. Música de los maestros Soutullo y Vert.






        Enrique Estela LLuch nació en Valencia, en el año 1894. Es el maestro el más profundo conocedor en España del tradicional género lírico, en el que ha profundizado con cariño de apóstol y maestría excepcional.
        Su conocimiento de las obras le permite ofrecer versiones impecables en las que todos los momentos son tratados con el relieve adecuado.
        La leyenda del beso fue estrenada en el teatro Apolo, de Madrid, el 18 de enero de 1924. Su asunto está basado, como indica el propio título, en una vieja leyenda creada por la maldición de una gitana que fue burlada en sus amores con un rey.
        Esta gitana fue precisamente la Madre de Amapola, protagonista de la zarzuela.
        Con ella son principales personajes Iván, gitano de su tribu, y el conde Mario, en cuya señorial finca castellana transcurren las escenas del drama.
        Antes de levantarse el telón, se escuchan los cantos de la caravana gitana, que entona el tenor Iván, acompañado por el coro. Comienza la acción con una animada escena en la que el conde Mario y sus invitados aparecen al regreso de una cacería. Mientras comentan sus incidencias, llega un criado del conde anunciando que una tribu de gitanos y al rey de la tribu pide el permiso, diciendo que veinte años atrás la misma tribu fue regiamente atendida en el mismo lugar por el padre del conde.
        Accede Mario a la petición y solicita a cambio que los gitanos ofrezcan en su campamento una de sus típicas fiestas. Al retirarse la tribu, Mario retiene unos momentos a Amapola, cuya extraordinaria belleza le ha impresionado. Este aparte provoca los celos de Iván, que ha de ser contenido por Madre Ulita, la vieja hechicera de la tribu.
        Quedan solos Amapola e Iván y éste le declara su amor, que es rechazado.
        La declaración de Iván ha sido violenta y en ella ha mezclado amenazas de muerte contra el que intente robarle el amor de Amapola.
        Después de algunas escenas intrascendencia, entre las que está intercalada la bella serenata de Mario, llega un criado diciendo que un jabalí, que había sido herido durante la cacería y que consiguió huir, ha atacado a una de las gitanas. Esta resulta ser Amapola, que se ha desmayado y es encontrada por Mario que, en un apasionado dúo, declara su amor y pide un beso a Amapola. Entonces la Madre Ulita, que ya ha presenciado el dúo, cuenta al conde la vieja leyenda del beso.
        La madre de Amapola bellísima como su hija, fue seducida por un rey y abandonada luego agotados todos sus encantos. Regresó a la tribu, vieja y enferma, y poco antes de morir, ante su hija dormida, pronunció su terrible maldición.
        Amapola tendría una extraordinaria belleza y provocaría violentos amores entre los hombres, pero para que no pudiera suceder de lo que a su madre, el que la besara moriría.
        Mario afirma que no le importa la muerte si puede conseguir un beso de Amapola, pero ésta, que se arroja momentáneamente en sus brazos, huye al escuchar lejano el canto de su tribu. Este ha sido el final del primer acto.

        El primer cuadro del segundo representa el campamento gitano con su típica fragua y en pleno trabajo. Durante esta escena Iván entona su canto al cuchillo y todos advierten en su canción una velada amenaza para Amapola y el Conde. Llega luego los invitados y se celebra una fiesta gitana, una zambra llena de colorido y tipismo. Al terminar la zambra, Mario canta un brindis en homenaje de Amapola y esto  acentua  la violencia de los celos de Iván, que llega a arrebatar la copa que el conde ofrece a Amapola.
        La Madre Ulita intercede como pacificadora y termina el cuadro.
        En el siguiente, el último de la obra, Amapola acude a una cita con Mario que, en otro dúo lleno de pasión, consigue por fin el beso de la gitana. Iván y la Madre Ulita, testigos de este preso, recuerdan dramáticamente la maldición y Amapola abandona, aunque a su pesar, al Conde, que queda herido mortalmente por la leyenda del beso.

        Puedes ver la obra completa:








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        Preclasicismo en Francia.El nacimiento de la orquesta.

         Esta es la última entrada que completa las dos anteriores :
         En el siglo XVI la música instrumental había sido esencialmente música de danza que acompañaba la vida cotidiana de todas las clases sociales: fiestas solemnes, entradas de soberanos, bailes, fiestas patronales. Bajo Enrique IV el cuerpo de "joueurs d’instruments" que la multitud aplaude en las calles, decae rápidamente, pues los mejores "instrumentos altos" (violines, oboes, cornetas) entran al servicio del soberano. La música se convierte en una distracción de privilegiados que se reúnen a una hora determinada para asistir a "conciertos". La corte se convierte en centro de la evolución de la música instrumental.
        Alrededor de las violas se ha constituido ya una música de cámara que cultiva, además de danzas y canciones, la fantaisie, con caracteres propios gracias a Costeley, Le Jeune y Du Caurroy .
        Bajo Luis XIII y Mazarino los conciertos de viola se multiplican en la Corte y restantes círculos de la capital y provincias. El estilo de air rivaliza con el estilo figurado en la Fantaisie a seis partes de Henry Le Jeune (transmitida por Merssene, 1636), y en las de Ëtienne Moulinié (1639), escuchar Fantasia à 4 - by Étennie Moulinié in a version for viols and organ , Nicolas Metru 1642), escuchar Fantaise a deux parties V Paris 1642 y Loius Couperin (1656) escuchar Fantaisie pour les Violes
        Los violines, antiguamente adscritos a la música de la Ecurie, son los que establecieron las primeras reglas de la música para conjunto.
        Los veinticuatro violines, organizados en 1592, se convirtieron en 1620, con sus seis sopranos, seís bajos, cuatro contraltos, cuatro tailles y cuatro quintes, en la primera orquesta permanente. Paralelamente a los lautistas pero de forma más espectacular se introduce en la Corte, que amaba apasionadamente la danza, un arte popular en su origen y que es precursor de la suite para orquesta. El repertorio de la primera generación, que Praetorius enriqueció con más de trescientos ejemplos (Terpsichore Masarum,1612) comprende numerosos branles, courantes, zarabanadas, gavotas y passepieds de Bretaña.
        Las obras de la generación siguiente, en la que brillan compositores como Mazuel y Lazarín, y virtuosos como Louis Constantin, el "rey de los instrumentos", Guillaume Dumanoir ( ***(1615-1697) Suite en Fa/Do majeur ), Verdier y Bruslard, se conservan en el "manuscrito de Kassel" (veinte suites).
        Louis Constantin de Rohan
         Aunque concedan importancia al branle, que pronto desaparecería, las obras ganan en amplitud y variedad; algunos prefiguran ya la futura ouverture a la francaise y su estilo en ondas con puntillo. Al igual que entre los lautistas y los tañedores de clave, una ágil polifonía alterna con un estilo armónico sin rigor, en el que abundan los roces, falsas relaciones, no notas de paso, y pasajeras disonancias y en el que se juega sin cesar con el equívoco mayor-menor.
        La estilización de la danza provoca una escisión entre los instrumentistas: se distingue entre arte culto y arte popular. El hecho de escuchar unas danzas, muchas de las cuales han perdido su carácter coreográfico, en un concierto, anuncia ya el nacimiento de una música pura, "sinfónica", destinado en primer lugar a los violines, apreciados por su ideal poder de expresión.
        En 1655 Ballard publica unas Pièces pour le violin a cuatro, que ya no se inspiran en la danza. "El instrumento, y su consecuencia la orquesta, han ganado su título de nobleza" (F. Lesure).
        Los violinistas franceses se impusieron rápidamente fuera de su patria, pues interpretan música de danza en muchas cortes europeas. A principios de siglo un tal Antoine Emeraud era maestro de danza del duque de Brunswick.
        Adam Vallet, que interpretaba airs de ballet en las calles de París en 1607, se encuentra entre 1628 y 1662 al servicio de Carlos II de Inglaterra.

        En Italia la moda de las " correnti" y de los "balletti" a la francesa tiene vigencia entre 1625 y 1650.
        La música de la Ecurie disponía en este momento de doce grandes oboes, doce trompetas, cuatro pífanos y cuatro tambores. Desaparecieron las cornetas. Los oboes, de los que la colección Philidor nos ha conservado airs de danza de escritura totalmente armónica, constituyen un cuerpo especial que participa en las ceremonias oficiales y en los bailes de la corte. Algunas veces se unen a los violines en la sinfonía.
        En 1640 la capilla real, dirigida por un eclesiástico, contaba con dos subdirectores, uno o dos compositores adscritos, un organista, veinticuatro chantres, dos instrumentistas de corneta, dos maestros de laúd, ocho capellanes, cuatro clérigos y dos preceptores de gramática para los niños.
         Entre los subdirectores estaban Eustache Du Caurroy(***Eustache du Caurroy: Cinq fantaisies sur Une jeune filette), Nicolas Formé (*** Nicolas Formé, Ecce tu pulchra es (1638) ), Eustache Picot, Thomas Gobert y Jean Veillot.
        Durante este periodo de transición las transformaciones de la escritura, ya iniciadas en el siglo XVI, adquirieron su pleno significado. Mientras declinaba la polifonía, el hecho dominante lo constituía el advenimiento de la monodia acompañada con el bajo continuo. Es sabido que la nueva escritura armónica se origina en la nueva orientación en las relaciones entre poesía y música. Ya la polifonía había tomado conciencia de la evolución a través del madrigal y de formas derivadas, que conceden la misma importancia a todas las voces. Pero con el solo vocal, y en especial con el recitativo, que quiere imitar el relato del orador, las palabras se transforman en cierta manera en dueñas de la armonía, llevan el ritmo y determinan las cadencias. Algunos elementos comunes a la antigua escritura subsisten todavía, pero voz e instrumentos adquieren un carácter específico que se amplía en el estilo concertante; en él juegan, según la ley del contraste, oposiciones dinámicas (forte y piano), oposiciones de timbre y color, de escritura armónica y contrapuntistica (motete a doble coro).
        En la música instrumental cada instrumento o cada conjunto, al ser independiente del antiguo estilo, se desarrolló de acuerdo con los perfeccionamientos en el arte de la construcción (órgano, clave) y conforme a sus técnicas individuales o formas propias. Esta diversidad en las técnicas tuvo por consecuencia, y esta es la innovación más importante des pués de la escritura, la de separación completa de la unidad de estilo que hasta entonces se había conservado. Para cada artista el problema del estilo se plantea de acuerdo con el género musical y su función sociológica. Se distingue entre música religiosa, música instrumental y música de ballet (o de teatro), y nacen tres campos de acción diferentes. Los medios difieren según se trata de la voz, un instrumento, o unos conjuntos. En definitiva, ya existe un estilo, si no muchos estilos. Y por ello la polifonía, ya lo hemos visto, no es totalmente abandonada, sino conservada como segunda lengua.
        La danza, aparecida muy pronto en el vaudeville (la canción para la danza) y en el repertorio de laúd (suites), tiene un papel determinante en la evolución característica del estilo concertante. Mientras el recitativo cantado confiere a la melodía o al discurso musical una independencia y una ausencia de forma definida, cuyos instrumentistas se inspira en obras libres, la danza popular aporta al arte culto su división interna del discurso melódico, sus ritmos, su pulsación dinámica y periódica, y su sentido de la tonalidad.
        Mientras la polifonía daba algunas veces la impresión de armonía, en el sentido moderno de la palabra, pero permaneciendo fiel a las leyes de la melodía, la danza establece con firmeza unas relaciones entre las voces superior e inferior, y modifica todas las perspectivas incluso antes de imponerse definitivamente el bajo continuo.
        Sugiere nuevas posibilidades armónicas que favorecen la implantación de la tonalidad, sistema de relaciones de acordes fundadas en un centro tonal en el que la tónica se convierte en una especie de centro de gravitación en relación con los otros acordes. Los instrumentos armónicos contribuyen también felizmente en especial el laúd, a esa evolución hacia la tonalidad al adoptar el temperamento igual, es decir la división de la octava en doce semi tonos.


        Preclasicismo en Francia (1589-1661) Parte I 
        Preclasicismo en Francia. Parte II 
        Preclasicismo en Francia. El nacimiento de la orquesta.



        Bombón Recitado



        VERSIONES DE ESTE TEMA 






        Te vi detrás del aparador. Mis ojos se clavaron en tus delicias tentadoras con irresistible atracción.
        No quería seguir mirando, sin embargo no me pude resistir y entré.
        Me adueñé de tu cuerpo azabache. Te ofrecí mi boca como quien ofrece un lecho de placer para que pudieras desplegar tu donaire. Te prometí un vaivén acompasado para entremezclar tu textura. Me fundí en tu dulce sabor.
        Te deslizaste suave hacia el abismo.

        Te perdí.










        BOMBÓN


         En el escaparate exhibes tu delicia tentadora. Mi sonrisa se ilumina cuando veo en los cristales mi reflejo en tu negrura. Casi nunca me detengo y te miro de soslayo. Pero hoy, serás mío. Te liberaré del estante para llevarte a mi boca, lecho de placer, donde puedas desplegar tu donaire. Lentamente en esa madriguera seducirás el gusto que tu pequeñez conquista. Te prometo un vaivén acompasado que entremezcle tu textura. Pero tu cuerpo azabache fundido, es efímero como un suspiro y se escapa. Si me descuido, te pierdo en el instante que dejo deslizar tu sabor hacia el abismo.



        Pasábamos por delante del local en el preciso instante en que colocaban la bandeja en el aparador. Nuestros ojos se clavaron en aquellas delicias tentadoras de irresistible atracción. Empezamos a ensalivar. Tú no quisiste seguir mirando, sin embargo yo no me pude resistir y entré a comprar.

        Me adueñé de su cuerpo azabache y le ofrecí mi boca, como quien ofrece un lecho de placer para que pudiera desplegar su donaire. Le prometí un vaivén acompasado para entremezclar su dulce textura. Fundí su sabor, pero al tragar, se deslizó suave hacia el abismo y lo perdí.


         
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        Eva Ricart Vilafranca. Arte contemporáneo.



        Continuando con la saga familiar de artistas os quiero hablar de Eva Ricart Vilafranca, sobrina nieta también del ilustre Enric C Ricart, al que en su día dediqué unas páginas. Es prima mía.


        Nacida el 18 de abril de 1949, circunstancialmente en Zaragoza en el seno de una familia de la burguesía catalana. Su primer cuadro lo pintó unas navidades a los 12 años, según ella dice: "era un día ventoso y llegué a su casa con la ilusión de enseñárselo a mi padre, quien al verlo consideró que no era gran cosa, quedó relegado al cuarto de plancha detrás de una puerta y al poco tiempo desapareció, probablemente a la basura". Secuencia que le dejó mal recuerdo.

        Estudío con Pilar Leita de quien aprendió más que a pintar a entender la composición de los colores.
        Tema importante en los entresijos de la pintura: " cuando el ojo humano percibe un color, los colores que realmente están actuando son los que le hacen falta a este que vemos para convertirse en luz (blanco). Así por ejemplo cuando vemos el color rojo, en realidad los colores luz que actúan son Verde y Azul ; esto nos enseña que el efecto que producen los colores luz es opuesto a la realidad"


        Lo que para muchos puede parecernos un verdadero lío, es la base de la enseñanza de la que fue maestra de Eva y la persona que le infundió seguridad para su dedicación a la pintura.


        Nunca ha dejado de pintar, en los primeros años de forma intermitente, su primera exposición colectiva fue en el año 1969, pero es a partir de cumplir los cincuenta años que lo hace asiduamente a razón de 2-3 exposiciones anuales. Refiere que esta actividad junto con la lectura, le absorbe la mente y la evade. Dice: "es como una terapia que me evita ir al psiquiatra."

        A mi me entusiasma que se pueda proyectar en un lienzo la estética de las impresiones de la vida real. Ella, en una visita a Bilbao, al igual que yo, quedó entusiasmada con la visión del Gugguenheim y lo ha plasmado en sus últimas obras. Tengo un cuadro de Eva, especial para mi.
        Se ve la escultura gigante de la araña Mamán de Louise Bourgeois.

        Representa una de las arañas llamadas mamán, esculturas de la artista francesa Louise Bourgeois. Una araña de diez metros de altura de larguísimas patas, de bronce, acero y mármol. La de Bilbao es una de las reproducciones existentes, de un total de siete posibles, que están en Samsung Museum of Art, en Seul, en Corea, en MoriArtCenter, en Tokio, en Japón y en la National Gallery of Canada de Ottawa.
        Esta una obra, de 1999, inspirada en la figura materna con connotaciones oníricas: "una madre amenazadora y voraz para intimidar a quien quisiera atacar a sus hijos.....una madre continuamente tejiendo, como las arañas,.....una madre vigilante, protectora, cuidadora y dominante."

        Ver este articulo completo de Eva Ricart Vilafranca EN ESTE ENLACE AQUÍ



        La próxima exposición de Eva Ricart Vilafranca será el 28 de Noviembre de 2013
        en la Galeria d'Art Peragón en Cerdanyola.



        Si alguien quiere ponerse en contacto:
        eva.ricart.v@gmail.com
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        En recuerdo de Ramon Calduch



        En esta ocasión voy a recordar a un cantante catalán Ramón Calduch...

        Fue paciente mio, al que visité en su domicilio en los últimos años de su larga y penosa enfermedad, antes de ingresar en una residencia.

        Falleció el 24 de Septiembre de 2008.


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