
¡Qué sorpresa!
Para convencerme de que eras tú he caminado detrás de ti, observándote, y he subido contigo al coche de línea para alongar el tiempo. En el pasillo, al pasar por tu lado, mientras te sentabas me he detenido un instante buscando tu mirada, pero enseguida me he dado cuenta de que no me reconocías.
Al acomodarme en el asiento posterior tu nuca ha quedado a la altura de mis ojos. Verla tan cerca me ha hecho revivir sensaciones. Me ha parecido tan atractiva como en aquellas citas clandestinas de antaño, colmadas de amor, cuando éramos adolescentes.
Nadie sospechaba nada de lo nuestro, hasta el dia en que mi cuerpo frágil enfundado en mallas de color rosa, echarpe de marabú y zapatos de plataforma, se rompió en pedazos. El dia que tu hermano me descubrió entrando en tu habitación.
A partir de entonces nos malquistó. A ti te llevaron a vivir con tu abuela. A mí me internaron en un reformatorio para corregir no sé qué conducta delictiva.
Nunca más te volví a ver, hasta hoy al salir de mi club.
Si supieras que tu hermano durante muchos años, previo pago, me ha estado buscando cada noche.
Si ahora fueras tú quien me busca, por volver a ser aquel travestido que gozaba junto a ti en tu habitación, no pondría precio tu querer.
*
Comentarios