CAFÉ Y LECTURA
Hace años un facultativo me dijo que no me convenías. Seguí sus indicaciones a medias.
Me seduces cuando asoma tu aroma por las mañanas. Disfrutarte sentada en el sillón frente a la librería junto a la mesa camilla de faldas estampadas, con libro cuya lectura anoche comencé.
Me gustas en las frías mañanas de invierno cuando mis manos rodean tu cuerpo humeante mientras me adentro en las historias escritas que me invitan a soñar.
Me gustas en los veranos cuando derrito un hielo en tu cuerpo y sorbo tu esencia refrescante mientras me siento protagonista única de la novela que leo.
Eres preámbulo de mi rutina cotidiana, me desvelas y espabilas. De haberte dejado ahora parecería un koala durmiendo todo el día.
Mi marido está celoso perdido le gustaría que yo tuviera con él ese deleite y esa placidez que tú me das, a las horas del alba, no se da cuenta que me gustas negro y amargo y él precisamente se ha vuelto blanco y empalagoso.
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Enviado a concurso de HOTEL MANDARIN el 30 de abril de 2013
Es como sale mejor, a la italiana. Tanto me gusta que hasta mi marido siente celos de mi reacción al saborearlo. Me crea un placer que para él lo quisiera. No se da cuenta que se está quedando torpe, blanco y empalagoso y a mí me gusta expreso, negro y amargo.
Oigo el silbido que alerta tu presencia y tu aroma te delata.
No te hago esperar.
Enseguida voy.
Un facultativo me recomendó dejarte.
Me gustas a todas horas.
Rodearte con mis manos en las mañanas de invierno y derretir un hielo en tu cuerpo, en verano, para sorber tu esencia refrescante.
Mi marido, celoso, quiere que el deleite que siento por ti desde el alba hasta el ocaso, sea por él.
No se da cuenta que me gustas negro y amargo, ahora que él se ha vuelto blanco y empalagoso.
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