Citarrone. laúd. tiorba. angelica. colachon,



El chitarrone

de origen italiano, Apareció hacia 1570. Fue creado para reforzar el laúd y para interpretar las partes más graves. Tenían dos e incluso tres clavijeros sucesivos; en el primero, en la prolongación del mango se fijaban las cuerdas dobles, afinadas muy a menudo, como las del laúd, pero con las dos o más agudas a una octava más baja: sol1, do2, fa2, la2, re2, y sol2; en el segundo, situado algunas decenas de centímetros más arriba, se fijaban generalmente iv cuerdas dobles, fuera del mango, afinadas día tónica mente do1, re1, mi1 y fa1, que resonaban en el vacío. Estas cuerdas eran mucho más largas que las restantes, y el instrumento llegaba a alcanzar casi dos metros.
Se interpreta sólo con los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha.

Según para Praetorius (1619) los chitarrone más reputados se fabricaban en Roma, (chicarrone romano) con seis órdenes de cuerdas en el teclado;
los de Padua, aunque tenían ocho órdenes en el primer clavijero, eran menos prácticos, ya que su caja resultaba demasiado voluminosa.
En el trascurso del siglo xvii este instrumento no varió mucho; sin embargo, el número de cuerdas fuera del mango (tanto simples como dobles) aumentó, permitiendo al instrumento obtener, a cuerda abierta, los diferentes grados de la escala sonora comprendida, aproximadamente entre el sol1 y el fa1. La afinación de estas cuerdas no estaba establecida de antemano, sino que se determinaba, diatónica o cromáticamente en función de la obra que debía ejecutarse.
En particular, crearon obras:

Giovanni Girolamo Kapsberger - Intabulatura di liuto et di chitarrone, 




Alessandro Piccinini (1623) -  Intabulatura di liuto et di chitarrone 

Giulio Caccini (utilizaba un chitarrone de marfil para acompañar el canto)

Giulio Caccini -  Amarilli mia bella


Laúd 
Luth, luc, leut….
Aunque muy discutido, el origen más verosímil de esta palabra sea la arábiga “al üd”, a través de al antigua provenzal “ laût”, que dio, en francés antiguo, “leût”.

Las primeras representaciones iconográficas de dicho instrumento aparecen en España en el siglo X, durante el apogeo del califato de Córdoba. Su cuerpo abombado, el rosetón labrado en su tapa, su sistema de cuerdas dobles y su clavijero doblado hacia atrás casi en ángulo recto o, son sus características principales, según el manuscrito de las Cantigas de Alfonso X el Sabio (segunda mitad del siglo XII)

El instrumento, cuyo dorso se conservó muy abombado hasta el siglo XV, empezó, luego, a alargarse y a adoptar forma piriforme.
Durante mucho tiempo tuvo cuatro cuerdas dobles y una prima simple; su extensión tendió a ampliarse hacia el registro grave al sustituir la ejecución por medio de un plectro por la de los dedos. Desde finales de este siglo, el laúd tuvo seis hileras de cuerdas de tripa, las más apreciadas de las cuales eran según Rabelais, las de “ Munican ou d’Aquilie”
Según la costumbre establecida, las cinco hileras graves estaban constituidas por cuerdas dobles afinadas generalmente sol1, dos2, fa2, la2, re3 y únicamente la prima (sol3) era simple.
Las cuerdas de los tres órdenes más graves eran, en general, de distinto diámetro, cada una de ellas a la octava grave de la otra; los dos órdenes siguientes, la2 y re3 estaban afinadas al unísono.
Esta afinación dos cuartas, una tercera y otras dos cuartas permanecerá tradicional.

El dorso estaba constituidos por delegados listones a modo de cuadernas curvados uno a uno al calor, y unidos entre sí por estrechas tiras de tela, de papel o de pergamino; su número variaba de nueve a treinta y muy a menudo eran de maderas preciosas e incluso en los instrumentos de más valor, de marfil.
La tapa se hacía de maderas resinosas y su espesor, del orden de 1 a 2.5 mm, disminuiría hacia el lado de las cuerdas agudas.
Unas piezas interiores también delgadas y ligeras, la reforzaban. En el centro de la tapa existe un orificio de forma circular, adornado por un rosetón trabajado, casi siempre, en la misma madera.
El cordal , que al mismo tiempo hace las veces de puente, es suficiente para permitir la vibración de las cuerdas; también estaba reforzado por unas piezas interiores.

El mango es corto y ancho, y su espesor crece hacia el cuerpo, al que se fija por medio de un plinto interior destinado a equilibrar la tensión de las cuerdas.
Michelangelo Merisi da Caravaggio. Tañedor de laud
El batidor, de madera dura, ébano en general, que estaba aplicado al mango, y tenía trastes de tripa; en número de siete a principios de siglo XVI, alcanzan la cifra de nueve a finales del mismo; estos trastes suplementarios eran en aquel momento a finas láminas de madera en coladas sobre la tabla, solamente para los órdenes agudos.
El clavijero que, a menudo vaciado para disminuir su peso, forma, hacia atrás , con el mango, un ángulo casi recto.
Hacia 1558, se adoptan siete órdenes, o sea trece cuerdas (seis dobles y una simple) pero el instrumento o sigue tradicionalmente afinado en cuartas y una tercera. Unos diez años más tarde se añade un nuevo orden grave, con lo que se alcanza el número de quince cuerdas; pero esta vez ya no se respeta la afinación habitual, ya que este último orden se afina un tono por debajo del precedente.

En 1600 y con Le tresor d’Orphée, de Antoine Francisque se llega al laúd de nueve órdenes, o sea 17 cuerdas.


El laúd no solamente es instrumento solista, el más eminente del Renacimiento, sino también un instrumento de acompañamiento o y de conjunto. Desde principios del siglo XVI, Spinacino y Dalza escriben para dos laúdes afinados al unísono, y León X amaba sobremanera el cuarteto de laúdes, con el superior tocado con plectro y los tres graves con los dedos.

La tradición de obras para dos laúdes prosigue en el trascurso del siglo, y también la de obras para cuatro; en 1584, Emmanuel Adriaensen pública, en su Pratum musicum, canciones para cuatro laúdes afinados: el más agudo en sol1, el laúd corriente o tenor (longitud aproximada 50 cm), el segundo en fa1, el tercero en re1 y el último en do1; cada instrumento ejecutaba una realización individual.

A finales del siglo XVI la familia de los laúdes comprendía: el laúd soprano (dessus), de 31 a 32.5 centímetros de longitud de cuerpo; el contralto de aproximadamente 46 cm; el tenor y el bajo, de 64 a 69 centímetros aproximadamente.

En el siglo XVII, al igual que en el precedente, el laúd tenor sigue siendo el más utilizado. El número de sus cuerdas, que era de 17 en 1660, alcanza, según Praetorius (o sea, quince años más tarde), once órdenes, con un total de 21 cuerdas.

De todas maneras, en su Harmonie Universelle,  Merssene preconiza el uso de un laúd menos importante, de 19 cuerdas (nueve dobles y una simple), número suficiente en función de la fragilidad del instrumento.

No obstante y cediendo a los gustos de sus clientes, los constructores sobrepasaron estos límites, y no es raro encontrar laúdes de esta época que llegan a tener hasta 24 cuerdas.
Por razones de equilibrio, se acostumbraba a montar la prima sobre una pequeña polea muy característica, mientras que los órdenes graves, ligeramente más largos que los agudos, a menudo se enroscan en un clavijero que sobre monta el clavijero tradicional.

Distintas afinaciones, sustituyen a la antigua: el acorde nuevo o extraordinario, citado por Merssene, sol1, do2, fa2, la2, do3 y mil3, o sol1 do2 fa2 lab2, do3 y milb3, sirve como base de muchas variantes. Finalmente se impone un principio más simple: la1, re2, fa2, la2, re3 y fa3, que a veces con alguna ligera modificación, permaneció en uso hasta el declive del instrumento , a finales del siglo XVII en Francia e Inglaterra, y en el XVIII en los países germánicos.

Johannes Hieronymus Kapsberger (1580-1651) - Pieces for Lute

Tiorba


Bellerofonti
Instrumento que aparece en el transcurso del último tercio del siglo XVI, y que es concebido, al igual que el chitarrone, para ampliar el registro grave del laúd y enriquecer la sonoridad de los acompañamientos y de los conjuntos.
Se compone de una caja análoga a la del laúd tenor, de pequeño tamaño, y de corto mango coronado por dos clavijeros. En el inferior se fijan las cuerdas extendidas sobre el mango; el superior, ligeramente desplazado hacia un lado por una pieza curva en forma de ese, soporta las cuerdas que están fuera del mango, que son más largas que las primeras (su diferencia oscila entre 25 y 40 centímetros) y que resuenan en el vacío.
 Las cuerdas del primer clavijero, generalmente dobles, están afinadas como las del laúd, pero al unísono; los dos órdenes más agudos estaban, al igual que en el chitarrone bajados en una octava.
Durante el trascurso del siglo XVII, la tiorba casi no se modifica; únicamente aumenta el número de que las cuerdas situadas fuera del mango, con lo que se amplía su extensión en el registro grave.

El Tiorbino de parecida construcción pero más pequeño, estaba finado a la octava superior.


Robert de Visée - Suite en D major para tiorba y viole 





 Angelica
Angélique instr. musical
Este instrumento de cuerda pulsada, que apareció entre la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII,  (época barroca), combina las caracteristicas del laúd, el arpa y la tiorba.
Posee dos clavijeros:  uno sujeta las cuerdas que van sobre el mástil, que son las trabajadas con  la mano; en el otro, sujeta las cuerdas que van fuera del mástil que se pulsan al aire. Sin embargo, lo que distingue a la angélica entre sus instrumentos parientes es sobre todo la afinación,  pues en los laúdes y tiorbas predominan los intervalos de cuartas y terceras, en las cuerdas que van sobre el mástil, y las segundas diatónicas en todo su encordado, se asemeja al arpa.

Constituye una simplificación del “chitarroni” del cual conserva las características esenciales, en particular el largo mango y los dos clavijeros, aunque su caja es la de un laúd más pequeño que el tenor.
La angélica cuenta, en general, entre dieciséis y veinte cuerdas de tripa, ocho de las cuales fuera del mango, afinadas díatónicamente de do a mi aproximadamente. Todas las cuerdas son simples, lo que diferencia al angélica del chitarroni. El mango incluye, de ordinario díez trastes.

Se menciona por primera vez en el  Theatrum instrumentorum, pl.xxxvi, de Praetorius.

Angelique by Tielke
Respecto a su nombre hay varias hipotesis, una  es que el instrumento se llamara así en honor a la cantante,  Angélique Paulet, laudista y tiorbista, admirada por Luis XIII  recibió los honores de Robert Ballard, que llamó ''Angéliques'' a una serie de sus Courantes.
  otra hipótesis es que  James Talbot, a quién le debemos los detalles organológicos más precisos de la riqueza de los armónicos y la especial resonancia de las cuerdas haría pensar en las armonías celestiales, definiendo la angélica como "laúd de ángel", debido a su encantador sonido sublime como el canto de los ángeles.(ms. 532 de Oxford, 1685-1701).

Se cita en el Manuscrit Béthune. Tablature d´angélique,(Biblioteca Nacional de París),  importante fuente de literatura musical.

Angélique en frances,
Angélica en italiano

Escucha el sonido del angelica de manos de Jose Miguel Moreno, en esta chaconette

 Colachon

Llamado colascione, calasciane, gallichone, gallichona, calchedon.,  o guitarra morisca.
Posible origen  origen oriental, introducido en Europa como imitación del tambour bouzourk, aunque otros autores creen que deriva del antigüo laúd de tres cuerdas.

Es instrumento de cuerdas pulsadas, cuya longitud puede alcanzar los dos metros. Se parece a un laúd pequeño. El mango, muy estrecho, termina con un clavijero curvo, a veces ornamentado con una cabeza esculpida.
En el siglo XVII tenía dos o tres cuerdas metálicas y afinadas en cuartas (mi2, la2, re2); este número tendió a crecer. El mango tenía de 16 a 24 trastes.
Se toca monodicamente.
A principios del siglo XVIII llegó a tener hasta seis cuerdas, algunas veces dobles, pero generalmente simples; su afinación recuerda la de la viola de gamba: re2, sol2, do3, fa3, la3 y re4. En este siglo, en España se tienen indicios de su existencia pues en el Inventario de instrumentos del Infante Don Gabriel, se nombra Un instrumento llamado colasón de cuatro cuerdas...

Según el prólogo que escribió Ruggero Chiesa, tambien en la primera mitad del siglo XVIII fue un instrumento popular en Alemania; hay obras que se encuentran como manuscrito en la Sächsische Landesbibliothek de Dresden; Al parecer de J.P.Schiffelholtz, con seis Partitas para colascione sólo, y estas mismas Sonatas en otra versión como Seis Tríos para Gallichona y violín primero, Gallichona y violín segundo y Violoncello, o sea arregladas para dos colasciones, dos violines y violoncello.

Estas Sonatas pudieran ser concebidas originalmente para dos colasciones y después en otra versión posterior le fueron agregados los dos violines y el violoncello, ya que en uno de los tres manuscritos que se conservan así aparecen, es decir para dos colasciones.

Según su tesitura, existen distintos tipos de colachon: soprano, contralto o y bajo. Este último, utilizado en la interpretación del bajo continuo, fue el más corriente. Cabe imaginarse al colascione, suministrando los bajos de diversos ostinatos, en folias, bergamascas o chaconas.
Su uso se mantuvo hasta principios del siglo XVIII, en Italia.

 Johann Hieronymus Kapsberger -  Toccata arpeggiata 


Adam Falkenhagen (1697-c.1765)

Constructores de instrumentos en el Siglo XVII
El organo
Instrumentos de metal
Instrumentos de viento: madera y metal en el siglo XVII
Cistro
Instrumentos de cuerdas simpáticas
Citarrone. laúd. tiorba. angelica. colachon,







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