Querida Nélida, esto no es un microrrelato y no quisiera que optaras después de leerme, por la Fuga y el Contrapunto y me dejaras en los Círculos de acíbar, expuesta a las fauces de los Saurios en el asfalto.
Hay realidades que son como reflejos de Luz de hielo, en las que, pedir respuesta a un Dame Placer, estaría fuera de lugar, cuando ya lo das en raciones intelectuales endulzadas con Melalcor.
Ni tu, ni yo, ni nadie que ande por caminos hasta La mitad sombría, se privaría de disfrutar de un instante de felicidad en La Isla de la última verdad. Negarlo sería necio, y pretenderlo, sin que , sería inútil. Una verdad nunca es la última, porque hay que dar paso a cuantas verdades renovadas aparezcan.
Nadie te salve la vida
Los Viajes subterráneos ayudan a conocer los Trastornos literarios o las vacilaciones de las que somos presa.
Vencimos ante la duda de Género de punto o de coma, sin dejar que lenguas viperinas, en El apartamento, nos pusieran La soga al cuello.
No queremos etiquetas. Preferimos Volver antes que ir al mundo interior que refuerza nuestro “ego” sin que nadie nos sujete con normas establecidas, en todo caso, nos dejamos llevar por hilos de plata o códigos QR que nos enlazan.
Créeme, que te lo digo Por mis muertos.
Y para este no-micro un deseo en el desenlace: que nos olvide, el olvido.